El P. Isaac Munther, pastor palestino luterano decía, señalando al Belén de su comunidad representando al niño Jesús recostado este año en medio de escombros: “La Navidad es un rayo de luz y esperanza en medio del dolor y el sufrimiento. La Navidad es el resplandor de la vida desde el corazón de la destrucción y la muerte. En Gaza Dios está hoy bajo los escombros; está en el quirófano que no funciona; está oculto en innumerables ataúdes; está en el llanto de los familiares intentando asimilar la muerte de un niño y de su madre. Si Cristo naciera hoy, nacería en medio de ese pueblo sufriente. Les invito a ver la imagen de Jesús en cada niño sacado debajo de un edificio derruido, en los enfermos que buscan sobrevivir en hospitales destruidos, en cada padre que busca comida para sus hijos y no la encuentra. Las celebraciones de Belén se cancelan este año, pero la Navidad no se suprime ni se suprimirá, porque la Navidad es nuestra única esperanza y no se puede cancelar”.
P. Mitri Raheb
El P. Mitri Raheb, teólogo cristiano palestino en Belén dice: “Es difícil hoy decir aquí Feliz Navidad. Es una Navidad muy triste y por eso las festividades han sido canceladas: no hay luces, ni desfiles, ni árbol navideño, ni tiendas abiertas para turistas. La situación en Gaza es indescriptible; allí los muertos son ya más de 20.000. Pero aquí en Belén y en toda Cisjordania también vivimos una tragedia. Esto es un ghetto con centenares de víctimas y más de 3.000 detenidos en los dos últimos meses.”
Sigue el P. Raheb: “La historia de la Navidad, la historia del nacimiento de Jesús, es más relevante que nunca, aunque este año no tengamos festividades. La Navidad nos habla de una familia de Nazaret, en el norte de Palestina, a la que los romanos obligaron a desplazarse a Belén, hacia el sur. Y eso mismo es lo que nuestro pueblo palestino en Gaza ha vivido estos dos meses. Ha sido obligado a dejar sus hogares en el norte para ir hacia el sur donde no hay ni casa, ni refugio para ellos, ni modo de alimentarse. Jesús nació desplazado, como decenas de miles de mujeres y niños hoy, como 50.000 mujeres embarazadas esperando el nacimiento de sus hijos en el sur de Gaza, sin hospitales que puedan atenderles en el parto, sin modo de saber cómo van a alimentar a los recién nacidos porque no hay alimento para las madres. Y luego está el sanguinario Herodes, que mata a niños para permanecer en el poder. La historia se repite: más de 8.000 niños asesinados para que Israel pueda vivir en la ilusión de que, tras esta masacre, va a poder estar un poco más seguro. Pero no. Así no lo va a conseguir. Y luego está el canto de los ángeles: “Gloria a Dios en el cielo, paz en la tierra”. Un grito de protesta contra aquel imperio romano que se consideraba todopoderoso; la proclamación de que la Gloria le corresponde, no al emperador, sino solo al Padre del niño de Belén, príncipe de la paz. Pero los poderosos no quieren esa paz. Hoy, como ayer, se apoyan mutuamente vetando incluso la posibilidad de un “alto el fuego.” Hasta aquí el P. Raheb, desde Belén.
Papa Francisco
Escuchemos las palabras del Papa Francisco, hablando el pasado domingo en su 87 cumpleaños. Decía así: “No olvidemos a nuestros hermanos y hermanas que sufren la guerra en Ucrania, Palestina, Israel y otras zonas de conflicto. Que la Navidad fortalezca nuestro compromiso de abrir caminos de paz. Sigo recibiendo desde Gaza noticias muy serias y dolorosas. Se bombardea y dispara a civiles desarmados. Y esto ha ocurrido incluso dentro del recinto de la parroquia Sagrada Familia, donde no hay terroristas, sino familias, niños, enfermos con discapacidad y monjas. Una madre y su hija, la Sra. Nahida Khalil Anton y su hija Samar Kamal Anton, fueron asesinadas y otras resultaron heridas por francotiradores cuando se dirigían al baño. La casa de las monjas de la Madre Teresa donde funciona un centro de rehabilitación para niños con discapacidad, resultó dañada en un bombardeo y su generador se estropeó. (Así una Iglesia y un convento, cuya localización había sido previamente señalada a las autoridades israelíes para su protección fueron atacados sin consideración). Algunos dicen que es terrorismo. Es guerra. Sí, es la guerra. Es terrorismo. Y la Escritura dice: Dios detiene la guerra, rompe arcos y lanzas. Oremos al Señor por la paz.”
De nuevo escuchamos al P. Mitri Raheb, confirmando las informaciones del Papa: “Si, esos son los regalos de Navidad de Israel para la comunidad cristiana de Gaza. Me temo que este sea el fin de la presencia cristiana allí. Una presencia que tiene 2000 años de antigüedad. El 3% de la comunidad cristiana en Gaza ha sido asesinada en tan solo 75 días. Creo que, como pastor cristiano, debo decir esto: imagínemos que una sinagoga fuera atacada y 20 fieles judíos murieran en un ataque aéreo de cualquier país. Todo el mundo cristiano se alborotaría con razón. Desafortunadamente, no escuchamos a la comunidad cristiana hacer mucho para parar las atrocidades que están sucediendo hoy aquí.”
Y por último volvemos a escuchar al P. Isaac Munther: “El mundo celebra la Navidad decorando árboles, reuniéndose para compartir comidas abundantes e intercambiando regalos. Pero en la tierra donde nació Jesús, adoramos al niño entre escombros, rezamos en silencio y ayunamos, honrando así la memoria de tantas víctimas inocentes.”
Estas palabras y reflexiones nada tienen que ver con un sentimiento anti-judío. Lamentablemente hoy es el estado de Israel quien tiene más armas y la tentación de creer que pueden resolver sus problemas a bombazos. Hamas que asesino a mil judíos a sangre fría el 7 de octubre actuaría de modo semejante si pudiera. Y podríamos ser nosotros mismos quienes, dadas las circunstancias, actuáramos así. Por eso es tan importante celebrar la llegada de Jesús y pedirle que nos libre siempre de la tentación de la violencia y de la imposición.
Refaat Alareer
Hace escasamente 20 días, el 6 de diciembre, el poeta palestino Refaat Alareer murió en un ataque aéreo israelí. Tenía 44 años. Su hermano Salah con su hijo Mohammed y su hermana Asmaa con tres de sus hijos (Alaa, Yahia y Mohammed) se encontraban junto a él en ese momento y también murieron en el mismo ataque aéreo. Se trata de 7 de las más de 20,000 víctimas palestinas de los últimos 80 días.
Refaat Alareer, presintiendo su muerte, escribió este poema:
“Si debo morir // tú debes vivir // para contar mi historia para vender mis cosas // y así poder comprar un trozo de tela y algunas cuerdas y hacer con ellas una cometa de cola larga para que un niño en algún lugar de Gaza // mientras mira al cielo esperando a que vuelva su padre que se fue en llamas // sin despedirse vea la cometa volando, la cometa que tú hiciste, y piense por un momento que es un ángel, // un ángel capaz de traer de vuelta el amor. Si debo morir // tú debes vivir // y hacer una cometa que eleve la esperanza, una cometa que cuente esta historia.
Mina egundokoa dan arren, bidegabekeriak itzelak eta axolagabekeria be agertzen dan arren, Jesusen jaiotzaren gertaera handia ospatu egin behar dogu, Belenen lez, isiltasunean eta otoitz eginez bada be.
Hagamos silencio respetuoso y orante. Pero no el silencio de quienes quieren que esta historia no se cuente para poder seguir imponiendo impunemente la ley del más fuerte. Más bien el silencio de los que piden a Dios que detenga la carnicería de los inocentes, de ancianos, de niños, de personas discapacitadas.