El director del Museo de Arte Sacro, Juan Manuel González Cembellín, explica que “al margen de la más que evidente calidad escultórica y pictórica de entablamento, imágenes y lienzos, el retablo de Zaratamo pertenece al restringido grupo de los que definen en Bizkaia el paso del retablo tardorenacentista, romanista, al clasicista barroco. Un retablo destacable por el uso de las novedades que entonces asomaban por el territorio: las columnas entorchadas, la inclusión de pinturas en el zócalo… Es, por tanto, -añade- un retablo importante, pese a su moderado tamaño. Por su carácter de hito, y por su calidad intrínseca”.
Cembellín destaca que, dentro de la severidad de sus líneas, es claro el paso desde las formas renacentistas a las propias de un barroco clasicista. “Se aprecia esto especialmente por la ruptura de las líneas horizontales, subrayada si cabe por el hueco central del sagrario, que hace levantarse la base de la casa central muy por encima de las laterales. Las verticales, por su parte, también se hacen discontinuas, al avanzar las columnas centrales y sus pedestales ante las extremas, que carecen de ellos”. En el cuerpo del retablo hay altorelieves de San Miguel y San Roque flanqueando la imagen del titular.
Cebellín concluye indicando que parece un retablo iniciado hacia 1630 “En una década debía estar ya concluido el conjunto, aunque conocería algunas intervenciones posteriores: a fines del XVII se añadirían los lienzos (¿sustituyendo a otros anteriores?); en la segunda mitad del XVIII se reharía la policromía, añadiendo el frontispicio del ático y el cuerpo bajo y remate del sagrario”.