El obispo, en su homilía, destacó que la fecha en la que se celebraba, solemnidad de San Pedro y San Pablo “y las lecturas que acabamos de escuchar” ponían un bello marco “para compartir hoy, en comunidad de fe, la ordenación diaconal de David. En referencia al evangelio, Mons. Segura subrayó, en tres palabras, lo que le parecía –dijo- que son elementos importantes “de eso a lo que David se quiere comprometer hoy libremente, para lo que va a recibir la gracia de Dios que le va a permitir, que sea posible hacerlo”.
Confesión
La primera palabra: Confesión “es la de Pedro en el Evangelio de hoy. Conocemos –señaló- el contexto de esa confesión, que tiene dos preguntas: una general, que dice `la gente` y, efectivamente, es interesante saber lo que la gente dice, lo mismo que pasaba entonces y pasa hoy”. Pero, la pregunta fundamental es la que llega después “¿Y tú que dices? ¿qué decís vosotros que soy yo? . La respuesta de Pedro la conocemos: `Él reconoce al Jesús como Mesías como hijo de Dios vivo`. Pedro lo dice con convicción y abre también esa confesión, que es la primera que abre todas las confesiones que vienen después. Jesús nos hace hoy también a nosotros esa pregunta. De manera especial a David, en la ordenación diaconal ¿quién soy yo para ti?«
Señaló que David había ido escuchando la pregunta durante los años de discernimiento en el Seminario y que ayer daba un paso adelante. «Y ante esta comunidad aquí presente y ante la comunidad que nos sigue desde Ecuador, tu familia y amigos, al pedir tu ordenación diaconal, das una respuesta concreta y comprometida. Reconoces a Cristo, en tu deseo, como el Señor de tu vida. Tú también confirmas tu deseo de vivir como discípulo y apóstol como las palabras de San Pedro, te unes a la confesión que él hizo en aquel tiempo. Estamos aquí para que tú recibas la gracia y la fuerza, para que lo que vamos a testimoniar hoy, se convierta en centro, en verdad en tu vida, con tus obras y tu entrega”.
Persecución
La segunda palabra: Persecución “No fueron solo Pedro y Pablo los que derramaron su sangre por Cristo”, destacó el obispo. Desde el principio en el que se constituyó la comunidad, sufrieron persecución e incomprensión “como lo podemos ver en los Hechos de los Apóstoles capítulo 12 versículo 1″. Hoy en día, en muchas partes del mundo hay cristianos que son discriminados y calumniados, «víctimas de una violencia agresora, que incluso pone su vida en peligro. No es cierto -añadió- que lo normal sea nuestra experiencia de ser cristiano, en un contexto en el que nadie corre grave peligro por afirmarse como seguidor de Jesucristo. Tal vez a nosotros –dijo- no nos toque afrontar una persecución violenta pero, tal vez, tengas que padecer frialdad en algunos ambientes: incomprensión, rechazo. Tal vez tengas que padecer prejuicios serios e incluso burlas”.
Le pidió a David que evitase el victimismo. “No estamos aquí para quejarnos. Esta experiencia es parte de la experiencia cristiana a lo largo de la historia». Le pidió también que se inspirase, siempre, “en la mansedumbre de Jesús. No le demos más importancia de la que merece y, sobre todo, que no te haga perder nunca el norte, la alegría del que ha encontrado un tesoro. Sin la cruz no hay salvador, ni salvación, ni cristianismo, ni cristianos”.
“Vive y actúa siempre conforme a la gracia que recibes hoy”
La tercera palabra: Oración, “es el agua indispensable que alimenta la esperanza y hace crecer la confianza. La oración nos hace sentirnos amados y nos permite amar. Nos hace seguir animados en los momentos oscuros porque mantiene el rescoldo vivo del fuego”. En la Iglesia resaltó- “oramos unos por otros y eso nos sostiene a todos. Una Iglesia que reza está protegida por el Señor y camina bajo la luz del Espíritu. La oración nos une en comunión y nos sostiene. La oración es un remedio contra la autosuficiencia, que finalmente y poco a poco, llevan a la muerte espiritual”
“Que los santos apóstoles Pedro y Pablo te ayuden a desarrollar un corazón como el suyo, cansado, porque se entregaron de verdad y porque la entrega es dura. Un corazón pacificado por la oración. Cansado porque pides, porque tocas, porque escuchas, porque intercedes por muchas personas y para eso hace falta acercarse de verdad a la vida de esas personas. Corazón lleno de muchos nombres, de muchas situaciones que encomendar y por las que rezar. Al mismo tiempo corazón pacificado, porque el espíritu trae consuelo y fortaleza y está esperando llegar con fuerza a tu vida en este ministerio que vas a recibir hoy. David, estas a punto de ser ministro ordenado. Vive y actúa siempre conforme a la gracia que recibes hoy”.
Agradecimientos a Aitor Uribelarrea e Ignacio Fernández
Antes de finalizar la celebración el obispo agradeció su presencia a todas las personas que habían acudido a la celebración y a quienes la habían seguido en directo a través de la retrasmisión. A la comunidad “que ha acompañado a David. También, a los curas y diáconos que estaban presentes “que habéis hecho un tiempo para poder estar aquí esta tarde”. Y tuvo dos menciones especiales en nombre de David. Por un lado, para Aitor Uribelarrea, que concluye su etapa como rector del seminario “ahora que dejas el seminario agradecerte de corazón, por tu trabajo”. El obispo recordó que, en uno de los viajes realizados a Ecuador como rector, con los seminaristas, durante un verano, conocieron a David “que llega de aquellas tierras en la dirección contraria a la que hacían nuestros misioneros”.
Agradeció su labor a Ignacio Fernández, actual párroco de San Juan Bautista de Leioa, vicario episcopal de la vicaría VI, que a partir de septiembre será el rector del Seminario. Se dirigió a la feligresía y les dijo que era una buena ocasión para agradecer a Dios “porque habéis tenido la oportunidad de tener un cura de un gran corazón pastoral que ahora tiene que ir a otras funciones y seguro que también allí podrá hacer cosas buenas”.