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29.01.2015

Entrevista a Ton Broekman, diácono permanente

Aprovechando la presencia en Bilbao del diácono holandés, Ton Broekman, que actualmente ejerce como diácono en la diócesis de Palencia y que hace unos días participó en el encuentro de diaconado permanente, hemos hablado con él sobre la actualidad de este ministerio.

¿Cómo ve el diaconado permanente en nuestras diócesis?
Cada diócesis tiene su propio ritmo. En el Estado hay todavía un tercio de las diócesis que no tienen instaurado el diaconado. Lo que veo yo es que efectivamente es un don del Espíritu para toda la comunidad cristiana. Sobre todo quiero destacar un aspecto, no solamente la visibilización en la liturgia sino el diácono como puente ministerialmente establecido entre la Iglesia y la sociedad y, sobre todo como dice el papa Francisco, para hacer más visible la Iglesia en el territorio del dolor, en las periferias. Yo creo que aquí, el diácono puede significar mucho y explicar este dolor, esta marginación y esta exclusión social dentro de la comunidad cristiana con el apoyo, por supuesto  del Obispo, la manera de establecer una relación más clara de lo que finalmente es la imagen de Jesucristo servidor para mostrar a lo que ha venido al mundo; establecer los valores del reino de Dios. Ahora bien, falta mucho camino para que la comunidad cristiana conozca la belleza de este ministerio diaconal. Podría mejorarse mucho la información sobre la figura del diácono y lo que podría significar dentro de la comunidad cristiana. Dentro del mismo clero hay todavía mucho desconocimiento como para introducir esta figura dentro de una diócesis.
¿Qué cree que debería significar para la comunidad cristiana la presencia de un diácono?
Una cara muy cercana en primer lugar. Se trata de gente casada con hijos en su mayoría. Hay un umbral menor para contactar y entender las dificultades, los problemas existenciales, psicológicos y morales de muchos creyentes en este momento. Cierto que es una tarea que pueden realizar otras personas, ahora bien más explícitamente -creo yo- el diácono desempeñaría un papel más eclesial a través del ministerio del orden y el sacramento del matrimonio. Sería aprovechar su presencia en la pastoral familiar u otros temas como la catequesis… Sobre todo como una figura que puede enseñar a la comunidad cristiana que sí es posible cambiar la vida, el estilo de vida, reconocer que no estamos solos dentro de la comunidad cristiana, que formamos una comunidad y debemos formarla rompiendo todos esos individualismos que nos son solamente consecuencia del egoísmo sino también de la soledad. La gente se siente huérfana en la pastoral, no se sienten atendidos. Creo que ahí  puede tener una función de iniciación cristiana el diácono.
Servicio
Otros campos del servicio, a los necesitados en las ciudades grandes. Cierto que otras personas también lo hacen, pero el diácono por antonomasia es la figura para llevarlo a cabo ministerialmente desde la Iglesia. Mi experiencia en Holanda es que el diaconado tiene un cierto éxito y aceptación porque está bien explicado a la comunidad cristiana cuando venía un diácono para complementar un equipo pastoral, por ejemplo. También la gente veía que algo tenía que cambiar en la Iglesia católica para romper este binomio clero – laicado y pensar que el diácono podía ser esta figura del puente en este tema que he señalado antes.
 

Ton