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25.08.2016

Entrevista al Obispo por su próxima visita a Ecuador

Mons. Mario Iceta, el Vicario Episcopal Antón Rey y la Delegada de Misiones, Feli Martín realizarán un viaje oficial a la zona afectada por el terremoto que asoló algunos lugares de Ecuador el pasado 16 de abril. Visitarán Guayaquil, en Monte Sión, en la parroquia que atiende el misionero Juan Mari Bautista y Portoviejo (Manabí). El jueves, día 8, tendrán un encuentro con los misioneros de Misiones Diocesanas Vascas en el que compartirán Eucaristía y tomarán el pulso a la situación.

¿Cuáles son las razones principales de la visita?
Principalmente, a raíz del terremoto que afectó la archidiócesis de Portoviejo. Queremos hacer presente la fraternidad de nuestras Iglesias diocesanas, testimoniar nuestro afecto y solidaridad. Nos hemos puesto a disposición de la archidiócesis, para colaborar en todo aquello en que nos pudieran necesitar. Queremos orar juntos por los fallecidos, por los heridos, por quienes lo han perdido todo. Queremos llevar una palabra de aliento, de esperanza, de futuro. Así mismo, portamos la ayuda recogida durante estos meses con el fin de colaborar en la puesta en práctica de diversos proyectos de reconstrucción de casas familiares, templos, centros pastorales, colegios, centros de salud, sostenimiento de familias, de damnificados, de heridos.
¿Qué esperan encontrar en los lugares más damnificados?
Esperamos que los proyectos de reconstrucción y ayuda estén en marcha y vayan a buen ritmo. Una vez superada la fase aguda y de crisis, confiamos en que las ayudas vayan dando su fruto y que no nos olvidemos de que queda muchísimo por hacer y de que la colaboración ha de ser constante y a largo plazo.
¿Cuál ha sido la relación, desde el momento de la catástrofe, de la Diócesis con las zonas afectadas? 
Las personas se han volcado en ayudar, en colaborar, en ofrecer medios principalmente económicos. En la Diócesis lo hemos canalizado principalmente a través de Misiones Diocesanas y de Cáritas. Aprovecho la ocasión para agradecer profundamente a todos aquellos que han realizado aportaciones de modos muy diversos, así como a los voluntarios de estas instituciones que han hecho posible que estas ayudas puedan llegar íntegramente a los lugares que más lo necesitan. Así mismo, muchas personas han mostrado su solidaridad y afecto de múltiples maneras. Los lazos que nos unen con aquella Iglesia, aquellas tierras y buenas gentes son muy profundos. Hemos sentido el terremoto y el sufrimiento como algo nuestro, en nuestra propia carne. También muchas instituciones han mostrado su disposición a colaborar y han enviado ayuda. Queremos que nuestra ayuda no sea algo puntual sino que se prolongue en el tiempo ya que nuestros lazos de fraternidad son sólidos, estables y duraderos.
¿Qué mensaje transmitirá al pueblo ecuatoriano?
Ante todo, un mensaje de esperanza. Dios no los deja solos. Y tampoco nosotros les vamos a dejar solos. Queremos que perciban nuestra fraternidad operativa, respetuosa, eficaz y llena de afecto. No sólo en estos momentos, sino de modo continuado, más allá de lo que duran las primeras páginas en las noticias, que siempre “se queman” en un muy breve espacio de tiempo.
¿Sigue siendo Ecuador tierra de misión?
En los lugares a los que llegaron nuestros primeros misioneros hace más de 75 años, la Iglesia está plenamente constituida con mucho vigor y con un recorrido que es una verdadera gracia de Dios. Nosotros nos consideramos como Iglesias hermanas que pretendemos ponernos a su lado para intercambiar los dones que Dios nos da y para ayudarnos mutuamente, cada una según su modo de ser, en la hermosa tarea de la evangelización, tal y como el Papa nos anima con su palabra y testimonio. Pienso que la exhortación “Evangelii gaudium” es un formidable punto de encuentro para que las Iglesias de allí y de acá caminemos juntas en relación de fraternidad.

Encuentro de feligreses de la Misa Latina