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02.12.2013

“Es difícil acceder al mercado laboral siendo discapacitada”

En Bizkaia hay 93.800 personas con algún grado de discapacidad. Ainhoa Elorriaga es una de ellas. Han transcurrido nueve años desde que aquél terrible accidente la dejara en coma. Aunque su vida haya cambiado por completo, considera que es “mejor persona” de lo que fue. Poco a poco está ganando autonomía, puede hablar y moverse por sí sola, pero lo que de verdad desea es encontrar un trabajo para sentirse "útil".

Era el 15 de octubre de 2004. Ainhoa Elorriaga había finalizado sus estudios con muy buena nota y estaba realizando las prácticas del segundo máster. Tenía 24 años, soñaba con encontrar un trabajo que le gustara, comprarse un piso y…. Era un día lluvioso. Por la mañana realizó una prueba para un posible trabajo, “luego supe que fui la única que lo aprobé”. Por la tarde, tras sus prácticas, cogió el coche en Amorebieta para dirigirse a su casa de Busturia y Autzagane dio el mayor susto de su vida a su familia, porque ella no se despertó  hasta que pasaron cinco meses y medio.
Durante las primeras tres semanas fue “feliz”. Estuvo viviendo como en un sueño su niñez y juventud. Pero, la situación cambió con el coma inducido. Comenzaron los dolores. “Me dolía hasta tragar la saliva”. Entonces se dio cuenta de que algo grave le ocurría pero no sabía ponerle nombre. Lloraba, era la única manera con la que podía expresar sus penas. Alguien dijo, “ésta; como mucho, vegetal”. Fue algún médico con deficiencias en humanidades. Pero su madre le seguía contando historias, enseñándole fotografías, viviendo los días con ella. Entonces pensó que si su «amatxu» quería que viviera podría hacerlo y sacó fuerzas desde lo más profundo “si tengo que morir moriré, pero quiero que mis padres piensen que he hecho todo lo posible por vivir”.
Nueve meses en el centro Aita-Menni de Arrasate
De Cruces a Gorliz y allí, una neumonía que casi volvió a acabar con ella. Después a Arrasate, al centro de rehabilitación de las personas con daño cerebral. Aún no podía hablar y apenas abría los ojos porque le dolía todo el cuerpo. Pero cuando Ainhoa se dio cuenta de verdad que lo suyo iba a ser una carrera de obstáculos fue cuando llegó a casa. “Entonces me di de bruces con la realidad y me di cuenta que ya las cosas no iban a ser como antes”.
Ainhoa cambió sí, pero ella tiene claro que “a mejor”. Se enfadó “seriamente” con Dios. No entendía por qué debía sufrir  “no tanto yo sino mi familia”. Ahora se ha reconciliado con Él porque “sé que todavía no me quiere ahí arriba». Luego supo que sólo sobreviven un 3% de las personas que han recibido un golpe tan fuerte como el suyo.
Prosigue con su rehabilitación y con sus estudios pero lo que de verdad le motiva es ayudar a otras personas que están en la misma situación que ella. “Si yo lo he conseguido otros también lo pueden hacer”. Ainhoa quiere que esta entrevista sirva para animar a otras personas que como ella están intentando superar un gran adversidad en la vida.