Junto a los grupos de la propia parroquia, participaron el grupo de canto del Jubiletxe, el Centro Extremeño «Flor de Tomillo» y el Coro Pispillu de Ermua, que llenaron el templo de música, cercanía y alegría compartida.

«El festival –señalan- se desarrolló en un ambiente cálido y lleno de ilusión, donde la tradición de los villancicos se convirtió también en una oportunidad para recordar el verdadero sentido de estos días: la espera, la acogida y la celebración de la Natividad del Señor».

La música, las voces y la participación de la comunidad ayudaron a vivir este tiempo con hondura y esperanza, preparando el corazón para el misterio de la Navidad que se acerca.







