Juan Mari nació en Erandio, el 26 de julio de 1941 y fue ordenado presbítero, en el Seminario de Derio, el 3 de julio de 1965. Julio fue el mes de su nacimiento, el de su ordenación presbiteral y también del repentino fallecimiento de este hombre, tan querido en nuestra Diócesis de Bilbao y tan significativo en la historia de la misma.
Parroquias, HOAC, Pastoral Obrera, JAC…
Hablar de Juan Mari Lechosa es hablar de Pastoral Obrera y de la HOAC, en las que se volcó y a las que se dedicó en cuerpo y alma, pero su larga vida como presbítero diocesano -59 años- tuvo muchas otras encomiendas que repasamos a continuación:
Su primer destino, tras ser ordenado, en 1965, estuvo en la parroquia de El Buen Pastor de Lutxana, como coadjutor. Allí todavía hay gente que le recuerda con cariño y gratitud por la gran tarea que llevó a cabo. Más tarde, fue moderador del equipo presbiteral de Lutxana, hasta su nuevo destino, en 1976, como miembro del equipo presbiteral de Ntra. Sra. de Covadonga, en Bilbao. Ese mismo año le nombraron formador del Seminario diocesano. Fue uno de los formadores del actual obispo de Bilbao, Joseba Segura. De hecho, el día de su ordenación episcopal, Segura designó a Juan Mari Lechosa, como encargado de pedir su ordenación y presentarle, junto a Fran Pinilla, en aquel momento -2019- último cura ordenado en la diócesis de Bilbao.
Colegio de Consultores, Consejo Pastoral Diocesano, Consejo de Presbiterio
Desde 1981, Lechosa fue delegado del Sector Santutxu y, desde 1983, miembro del equipo presbiteral de la parroquia de María Reina de Bilbao. En 1985, fue nombrado miembro del Colegio de Consultores. Desde 1987, moderador del equipo presbiteral de la parroquia de San Francisco de Paula, de Bilbao. En 1989, moderador del equipo presbiteral de San Francisco de Paula y Ntra. Sra. de Iturribide.
Desde 1996, moderador del equipo presbiteral de Rekalde y delegado del Sector Rekaldeberri. A partir de ese mismo año también formó parte del Consejo Pastoral Diocesano y de 1997 hasta 2002 fue consiliario diocesano de JAC.
De 2005 a 2016, párroco de la Sagrada Familia y Administrador parroquial de San Salvador y la Asunción de Ntra. Señora. Entre 2006 y 2016, formó parte del Consejo Presbiteral. De 2008 a 2016, Administrador parroquial de San Miguel Arcángel de Bilbao, miembro de la Comisión para el Diaconado Permanente y Consiliario de HOAC. Desde 2015 hasta su jubilación fue párroco de El Salvador y la Sagrada Familia de Bilbao.
Pastoral de la Salud
Durante sus últimos años también estuvo muy implicado en Pastoral de la Salud y la atención en los hospitales. En el siguiente texto, el propio Juan Mari reflexiona sobre su experiencia en este área: aquí
El próximo curso, nuestra Diócesis celebrará su 75 aniversario. Cuando cumplió 70 años, el departamento de comunicación grabó un reportaje sobre las siete décadas de historia y Juan Mari colaboró en uno de los capítulos, hablando sobre la Asamblea Diocesana:
Intervención de Juan Mari Lechosa en la jornada del Ministerio Ordenado 2022:
Juan Mari ha dejado aquí muchos amigos y amigas, mucha gente que le quería. Al contactar ayer con ellos para que colaboraran en este texto fue difícil encontrar a alguien al que no se le entrecortara la voz, impactado por este inesperado y repentino fallecimiento.
Sebas Gartzia Trujillo, amigo personal:
“De Juan Mari siempre me ha sorprendido como ha sabido aunar las preocupaciones sociales y pastorales de su tiempo, con una profunda opción creyente que le ha llevado a asumir los riesgos de creer en Jesús, no con tibieza, sino con valentía y radicalidad, que se le manifestaban en una experiencia de intensa y continua oración (En la homilía del sábado nos lo recordaba) y en una opción pastoral por los mas humildes (parroquias de barrio y Pastoral Obrera y de la Salud).
Juan Mari ha dedicado a ese apostolado de base su compromiso de fe, su privilegiada capacidad intelectual, su delicada sensibilidad y su entusiasmo sin desmayo. Puedo testimoniar que a través de esta doble opción de Juan Mari (oración y apostolado en la base) Jesús de Nazaret ha obrado en nuestro pueblo el milagro de una evangelización honda y duradera”.
Jorge Torralbo, presidente diocesano de la HOAC y equipo de militantes en Rekalde:
“Hoy nos ha dejado Juan Mari Lechosa y en la esperanza cierta de que ya se encuentra en los brazos de Dios padre y madre no podemos más que agradecerle su vida, siempre entregada a la causa de las personas empobrecidas del mundo obrero. Su inequívoca pertenencia a la Iglesia y al mundo del trabajo fue el camino del que nunca se apartó.
Desde la Pastoral Obrera, la HOAC y todos aquellos ámbitos comunitarios en los que animaba y participada fueron espacios que fueron anticipando el Reino de Dios al que ahora perteneces. Gracias de parte de todas las personas que te conocimos. Has dejado una profunda huella en todas nosotras. Hasta mañana en el altar».
Maite Valdivieso, responsable diocesana de Pastoral Obrera:
“Eskerrik Asko Juan Mari por el camino compartido, por acompañarnos, por tu buen hacer como consiliario. Por tu paso sereno que nos ha ayudado a leer desde la mirada de Jesús, la vida del mundo obrero y del trabajo, a no perder pie, a hacerlo con la profundidad de esa mística militante que sabe de las implicaciones sociales de la fe a las que no podemos renunciar. A escalar esas cimas, desde las que cómo Iglesia abrirnos al horizonte del Reino que habla de justicia, de solidaridad y que demanda trabajo digno porque ahí se juega la dignidad de la persona.
Nos recordabas en la última reunión del Equipo de Pastoral Obrera, que no dejáramos de poner voz a esa realidad, lo importante de estar ahí, desde la palabra y el gesto oportuno, tratando de hacer verdad las intuiciones la Doctrina Social de la Iglesia. Pensábamos en próximos retos, en cómo dar contenido a un nuevo curso, la Jornada por el trabajo digno, cómo contagiar a la comunidad cristiana, como llegar a la sociedad… Recogemos ese testigo, con cierto temblor, que has sabido llevar con la sabiduría del Evangelio.
Gracias Señor por Juan Mari. Que los obreros muertos en el campo de honor del trabajo y de la lucha, descansen en paz. ¡Hasta mañana en el altar!”
Kerman López, vicario general:
«Entramos a la comunidad del seminario en Garamendi (el teologado) al mismo tiempo: vivimos juntos cinco años, él como formador y yo como seminarista; después siguió siendo mi acompañante espiritual. Hace diez días, en una semana de monte compartida, me recomendó la lectura de un libro recién publicado sobre la trayectoria espiritual de tres mujeres. Seguía viviendo intensamente el contenido de las tres palabras de su vocación: ser presbítero, ser diocesano y ser secular, puestas en ejercicio mediante su sensibilidad como cura obrero, su experiencia contemplativa y su dedicación a la Iglesia local diocesana».
José Luis Achótegui, presbítero:
«Juan Mari fue un cura consciente de su pertenencia a la Iglesia Diocesana de Bilbao, con todas sus consecuencias. Un cura con una identidad muy definida de presbítero diocesano, nada clerical, y con una proyección al compromiso transformador de la sociedad, a la luz del Evangelio. Un cura con una disponibilidad sin límites al servicio pastoral diocesano y un cura compañero, respetuoso y acogedor de quienes nos hemos dejado acompañar desde su proyección comprometida, en apoyo de las comunidades laicales, con vocación al compromiso sociocultural».
Laura Etxeberria, responsable del área de Salud de la delegación de Caridad y Justicia
«Para quienes habían compartido vida y misión, en las diferentes comunidades a las que había acompañado, encontrarse con Juan Mari en el hospital era siempre motivo de alegría. Le reconocían y le pedían que fuera a visitarles. También en el equipo, al darnos el relevo en los turnos, era frecuente la petición “quiere que le visite Juan Mari” porque con su sencillez, con su cercanía, y con su profunda experiencia de vida espiritual, conseguía transmitir ese consuelo, esa esperanza y esa paz de Dios en medio del dolor, del miedo y de la incertidumbre.
Para quienes hemos compartido este servicio con él, ha sido un regalo trabajar “en equipo”, como a él le gustaba, porque Juan Mari nos ha demostrado con su disponibilidad, su humildad y su ejemplo de vida, lo que es vivir la sinodalidad.
Al comenzar la jornada en el Hospital solía rezar: ‘Señor, danos tu Espíritu para que los que nos miren te vean y los que nos oigan te escuchen y sientan tu salvación. AMEN'».
Javier Vitoria, presbítero:
LA AUTORIDAD DEL TESTIGO
«Juanmari Lechosa era amigo desde hace 65 años. Siendo diácono di con y junto a él di mis primeros pasos pastorales en Lutxana (Barakaldo). El último quinquenio de los años 80 trabajamos juntos en el Seminario y los últimos años de su actividad pastoral, antes de su jubilación, compartí con él, como auxiliar, el ministerio presbiteral en la unidad pastoral de Artxandape (Bilbao).
He tenido la fortuna de contar con su compañía durante todos estos años. Siempre, y no solo ahora que lloro su pérdida, tuve la certeza de que caminar junto a él significaba dejarse acompañar por su autoridad. Una autoridad que no provenía de los títulos académicos, ni de los saberes burocráticos, ni siquiera de la sacramentalidad de su ministerio presbiteral. Juanmari estaba revestido con la autoridad del testigo. Había convertido en figura humana su fe y su vocación al ministerio. Era su competencia religiosa en el seguimiento de Jesús, dadora de vida en abundancia, la que me ayudaba a no desistir del camino porque me invitaba a intentarlo de nuevo. Su memoria será ahora su compañía a la espera del reencuentro definitivo en la casa del Padre».
Javier Oñate, presbítero:
De los años de convivencia con Juan Mari, primero en Santutxu y luego en San Nicolás, valoro mucho su compromiso con esta Iglesia diocesana, y en etapas tan distintas, con una entrega intensa y decidida. Ha sido un fino observador y un lector constante que nos ha invitado a avanzar por nuevos caminos que él mismo ya recorría: en la vida espiritual, en el compromiso social y la proximidad a los necesitados, en la formación y en la participación eclesial, en una actualizada encarnación en la realidad de Bizkaia… Nos brindó aprendizajes bien importantes, a los que añado su servicialidad cotidiana.
Ahora sí Juan Mari, descansa en paz.
Pepelu Iglesias, presbítero:
«Cuando fui por primera vez al Mosteiro de Sobrado Dos Monxes…. me enseñaron la instalación eléctrica que Juan Mari ayudó a poner…. “aquí paso un año”, aquí paso un urbanita callejero de barrios obreros… Y, desde ahí, entramos en una relación de acompañamiento, que nos ha llevado a donde muchas veces no quería, con sed de infinito, acoger la realidad elevando el alma, que como río sereno, el acompañar para ver el fondo, sus piedras cambiar y rodar con ilusiones dejando su impronta y tallar nuevas figuras y músculos, que camino contrastado y compartido, donde la diferencia se hacía luz y los interruptores nos ayudan a parar: acoger (dirección), silencio (encender o no), optar en caminos ya andados o nuevos a experimentar.
Reposar mi historia “ser mundo obrero”, “arameo errante”, ocupamos por un tiempo una parcela de terreno y marchamos, vienen otros. Ahí encontramos gente como Lechosa, que anda ligera de equipaje, para desmontar las tiendas y seguir caminando, volando, ayudándonos a unos y a otros en la gran marcha de la humanidad (amor y libertad) .
Juan Mari, un amigo que nos colocó en el centro el Jesucristo errante del Reino y obrero en la iglesia y acompañante en el mundo a los que en él creemos. Hoy nos ha tocado. Hemos tenido que parar y llorar por la pérdida.
Hoy también levantarnos por el nuevo nacer que Juan Mari nos deja para amar, cuidar y soñar con otras y otros. Gracias padre Dios por los testigo que en nuestro camino pones. Amén».
QEPD