Ondo etorriak argi eta biztueraren goiz hau ospatzera! Kristau fedea eta alkartea Kristok hilobia itzi izanaren gertaeran oinarritzen dauan Eleiza osoagaz bat eginda, esker ona adierazoko deutsagu Jainkoari mundura itxaropena dakarren egundoko mirariagaitik.
María Magdalena, de madrugada, cuando estaba todavía oscuro, movida por el amor y sin fe, llegó al sepulcro y lo encontró vacío, vacío.
Vuestra presencia hoy aquí, en esta mañana, refleja y acrecienta la alegría incomparable de esta mañana de resurrección. Estamos nosotros, pero nos acompañan también los que se unen a esta celebración a través de los medios digitales, a través de Tele Bilbao, a través del streaming diocesano.
Vacío, puede sonar contradictorio predicar hoy sobre el vacío, en este día que habla de plenitud, de vida, de luminosidad. Lo cierto es que la alegría de este día de Pascua se apunta, primero con una tumba vacía. Las primeras que la descubren son las mujeres madrugadoras, luego serán Pedro y Juan, todos llegan a la tumba esa primera mañana de pascua y la encuentran vacía. ¿Qué ha podido suceder aquí? La primera reacción es explicar el hecho como un robo; alguien se ha llevado el cuerpo de Jesús. Pero el evangelio nos abre otra puerta impensable. Es la explicación de los hombres con vestidos refulgentes: ¿por qué buscáis entre los muertos al que vive?
El vacío de la tumba es, en realidad, el primer signo de que, tal y como había prometido, Jesús no había muerto para quedarse entre los muertos. El dramatismo del vacío que se crea el viernes santo con la muerte de Cristo, todavía fresco en la memoria, cuando el mundo parece haberse quedado sin vida, sin bondad, sin decencia, vacío de verdad, de esperanza, vacío de Dios, se torna ahora en otro vacío muy diferente, el de la tumba sin cadáver. El vacío de tinieblas se convierte ahora en vacío luminoso que anuncia la plenitud de la gloria pascual.
Hustasuna, betetasunaren aurkakoa dala emoten dau, baina gaur, bariku santuko hustasun latza hustasun argitsu bihurtu da, Jesus bizi dalako eta ez dagoalako hilen artean.
Cuando con 18 años tuve mi primer coche, un Seat 127 viejito, me dijeron que antes de comenzar a usarlo debía llevarlo al garaje a cambiar el aceite. Cuando llegué el mecánico me dijo: lo primero es lo primero; antes de meter aceite nuevo hay que dejar escurrir bien el viejo; primero hacer un buen vacío que permita a lo nuevo llenar el espacio liberado.
Oí una vez a un rabino explicar por qué Dios condujo al pueblo judío a través del desierto en su camino hacia la tierra prometida. Según explicaba, había otras rutas más amables, pero eligió la del desierto. ¿Por qué? Porque en el desierto no hay nada, porque el desierto está vacío. En el desierto no hay escapatoria: uno, antes o después, se da cuenta de que su supervivencia está en manos de Dios. Ahí las ilusiones de grandeza duran poco.
Este es también el sentido de la cuaresma: vaciarse de uno mismo, de su pobreza, de sus pecados, para que el vacío que se crea lo llene Dios con su misericordia, con su impulso, con su vida. Este es un viaje permanente en la vida creyente: pasar de la carencia a la plenitud, de la oscuridad del viernes santo, a la abundancia del domingo de pascua; este día también comienza con un vacío, pero es un vacío que anuncia plenitud.
Geure burua hustu egin behar dogu, hustasunetik, ezerezetik osotasunera, betetasunera igaroteko.
Subrayo la palabra vacío porque oigo a mucha gente hablar de vaciedad: ancianos que se sienten vacíos en su soledad; jóvenes que, en número creciente, tienen la tentación del suicidio por estar demasiado gordos o demasiado flacos, o por querer y no ser correspondidos, y porque, en todo caso, no ven mayor propósito en su vida; tantas personas que no ven sentido o suficientemente significativa su existencia.
En este domingo de Pascua me pregunto: ¿será que esta tumba vacía es una metáfora de algo que sucede en nuestras vidas? ¿No podría ser una sutil invitación del Resucitado para levantarnos de la tumba con quien ya vive, y salir con Él de entre los muertos? La vida sin propósito se arrastra mientras puede hasta derrumbarse finalmente. Luz, sentido, propósito, esperanza, fuerza para amar; todo esto lo encontramos en el Dios que resucitó a Jesús, el Cristo quien, como prometió, dejó el mundo de los muertos para elevarse sobre él a una distancia infinita y elevarnos a nosotros con El. Aleluia, aleluia.
Hilobi hutsa, Berbiztuaren deia izan daiteke, Jesus Berbiztuaren eskutik bizira, argira, itxaropenera atara gaitezan.
La unión con este Cristo, Resucitado y eterno, anticipa el domingo sin crepúsculo en el que, ya sin cruces, podamos sentir la plenitud que llega con nuestro Señor sentado a la derecha del Padre, junto a todos aquellos a quienes hemos querido y que ya no están aquí. Están además los que seguimos queriendo y acompañando en el caminar de la vida. Para todos ellos, para todos vosotros, pedimos en esta mañana luminosa, la bendición pascual. Pero no olvidemos cómo empezó todo: Y cuando llegaron a la tumba, la encontraron vacía.
Pazko zoriontsua guztioi!
¡Feliz Pascua de Resurrección 2022!