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20.03.2014

Iñaki Azkuna, In Memoriam

El alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, falleció ayer en su domicilio, tras una larga enfermedad contra la que ha luchado con todas sus fuerzas durante los últimos años. Azkuna ha sido alcalde de Bilbao durante 15 años motor de la gran transformación de la villa lo que, entre otros reconocimientos, le ha supuesto el galardón a “mejor alcalde del mundo” recibido los últimos años. El obispo de Bilbao recuerda los últimos momentos que pasó junto a él.

A lo largo de los últimos años el alcalde ha mantenido una estrecha relación personal con los dos obispos diocesanos, mons. Ricardo Blázquez y mons. Mario Iceta, que al conocer la noticia del fallecimiento, ha expresado su afecto y condolencias a su familia y allegados. En estos momentos de dolor,“elevamos a Dios nuestra oración por su eterno descanso y para que conceda a su familia la esperanza y la paz”.
El obispo ha destacado lo que Iñaki Azkuna ha supuesto para quienes lo han conocido y tratado, y para los habitantes de Bilbao “que han sentido un alcalde cercano, con profundas convicciones, respetuoso con todos, con su trabajo a pie de calle, sensible a las necesidades cotidianas y a la proyección de futuro de nuestra querida villa”.
También ha remarcado su fe “es conocido por todos su profundo amor a la Virgen que repetidamente ha mostrado de mil maneras. Como obispo de Bilbao siempre he recibido de él multitud de detalles de afecto, de sencillez y cercanía. En la última visita que realicé a su domicilio, tuvimos una profunda y conmovedora conversación. Como médico, era plenamente consciente de su situación y de que estaba viviendo los últimos compases de su peregrinación en este mundo. Él sabía que marchaba a la casa del Padre y, como me manifestó, quiso despedirse de su obispo. Me confesó que, aunque desde nacimiento había profesado la fe, vivida en su Durango natal, posteriormente tuvo un periodo de unos veinte años en los que vivió de modo un tanto distante de sus convicciones cristianas. Mirando a una hermosa imagen de Cristo que tenía ante su cama me dijo: ´Ese salió a buscarme, me encontró y me llamó. Y desde entonces ni Él me ha dejado a mi, ni yo a Él´. Hermosa expresión de la experiencia que inicia un recorrido nuevo en la vida, de una peregrinación fundamentada en una compañía. Un camino que fue ganando profundidad, una hermosa evolución espiritual de crecimiento en la experiencia de fe”.
El obispo rememora anécdotas junto al alcalde y destaca que “ha aceptado con paz su enfermedad. Ningún reproche, sino, al contrario, plena confianza en la providencia de Dios y aceptación y ofrecimiento de ser consciente de que la meta de su peregrinación estaba cercana. Me decía, ´mira, no voy a hacer tonterías al final de mi vida, me pongo en manos de Dios. Lo vivo con paz´”.
Un funeral sencillo
Además en su última conversación con él hablaron de muchas cosas “me pidió un funeral sencillo. Que la gente sencilla de Bilbao pudiera acompañarle y estar cerca,–explica mons. Iceta- Esa gente, -me confesaba-, a la que ha querido servir y a la que constantemente ha querido acercarse y escuchar. El afecto de los habitantes de Bilbao era patente cuando se estaba con él. Personas de toda condición se acercaban a saludarle, a pedirle cosas para su barrio, a quejarse de lo que no iba bien, incluso alguna señora se atrevía a lanzarle piropos… uno ha visto de todo. Pero en toda ocasión con afecto y respeto”.
El obispo concluye recordándole “Siempre de frente. No le gustaban las medias tintas ni los rodeos”. El alcalde le manifestó su alegría de pertenecer a la Iglesia. “A veces no la entiendo, pero soy hijo de la Iglesia y estoy muy contento de ello”, le confesaba y le dijo “Por eso te he llamado, como pastor de esta Iglesia de Bilbao y obispo mío que eres. Quería despedirme de ti”. Gracias y descansa en paz, Iñaki. Eskerrikasko, agurra eta egunhaundi arte!