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11.08.2017

José Javier Idoyaga: “Estoy muy agradecido a los japoneses y a Dios”

Nació hace 81 años en Akorda y ha compartido más de media vida con los japoneses. Volvió hace cuatro años a Bizkaia pero reconoce que le cuesta hacerse al lugar “porque allí son más respetuosos con las costumbres y la religión”. Sigue en contacto con el país nipón y estos días en los que se conmemora el aniversario de las explosiones nucleares, lo tiene muy presente.

¿Por qué Franciscano?
Fuimos ocho hermanos y tres de ellos somos franciscanos. Aquí en el convento de Forua comenzó mi vocación con el Padre Sabino. Por supuesto tuve mis crisis, pero Dios me dio la gracia para superarlas y aquí estoy.
¿Cuándo llegó a Japón y con qué situación se encontró?
Llegué el año 1965. Primero estuve en Tokio para aprender la lengua porque es difícil, pero no imposible. La primera impresión fue triste porque aún se respiraba el ambiente de la guerra, aunque ya habían pasado unos años desde que finalizó. Pero aún coleaban las secuelas de la bomba atómica. Todavía hay personas que llevan la marca de las quemaduras que les produjo el ataque nuclear.
¿Cuál fue su misión en el lugar?
Estuve en la Universidad de Kobe impartiendo clases como especialista en lenguas extranjeras porque también sabía inglés. Diez años en Nagano como sacerdote porque estudié el idioma `como Dios manda´ y aprendí hasta 3.000 caracteres del japonés. Hoy en día escribo los correos electrónicos en japonés.
¿Qué le han aportado los japoneses?
La universalidad, la importancia del respeto al silencio y a la religión de cada uno. Allí, aunque los católicos seamos sólo un 1% de la población, somos muy respetados. Los jesuitas tienen una presencia fuerte. Estoy muy agradecido a los japoneses y a Dios.
¿Y qué ha aportado José Javier Idoyaga allí?
Al menos, la alegría. Me gusta tocar la guitarra y en alguna ocasión me dijeron que predico mejor con la guitarra que con las homilías.
¿Cuál es su labor aquí?
Aunque me cuesta habituarme, me gustaría seguir celebrando mientras pueda. Me han asignado algunas parroquias y después de 50 años sin hablar euskera… me está costando, pero lo importante es esforzarse por adecuarse a cada lugar.