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26.09.2011

“Juventud, tiempo de los grandes ideales e ilusiones»

Mons. Iceta, ha presidido hoy, en la Catedral de Santiago, la celebración oracional del inicio del nuevo curso pastoral 2011-2012. En su homilía, el obispo, se ha referido a la necesidad de impulsar una evangelización netamente misionera “que nos mueva a abrir cauces nuevos en la tarea evangelizadora”. A la luz del IV Plan de Evangelización, ha señalado la propuesta de impulsar la pastoral de la juventud en “todos los ámbitos diocesanos”.

El obispo de Bilbao ha dado inicio al nuevo curso pastoral, con una celebración oracional, hoy a las 19:30h, en la Catedral. En el acto han participado los miembros del Consejo Episcopal: vicarios generales y territoriales, así como parte del Cabildo Catedral.
Mons. Iceta ha destacado en su homilía, la importancia de mostrar a los jóvenes “el fundamento a partir del cual pueden construir esta vida y ser acompañados en la peregrinación hacia el encuentro con Dios”.
El obispo ha aludido, además, a la necesidad de reflexionar acerca de la pastoral vocacional ya que “es una tarea esencial, pero ciertamente delicada”. Este curso,  también se quiere impulsar el tercer objetivo del plan de Evangelización referido a la renovación de la iniciación cristiana. “Es preciso que reflexionemos – ha señalado- el modo en que acompañamos a las familias en su experiencia de fe y cómo podemos reforzarla”.
Por último, se ha referido al gesto diocesano de este año, que hará especial hincapié en las pobrezas de los jóvenes,  reclamando que “seamos portadores de la luz en aquellos abismos de soledad, pobreza y sufrimiento en el que viven muchos de nuestros hermanos”.
A continuación reproducimos la homilía completa:
Inicio nuevo curso pastoral 2011-2012
Queridos hermanos y hermanas.
1. Jesus Jauna dogu mahasti-zaina eta mahatsondoa. Berak bialtzen gaitu mahastian lan egitera. Gure lanak bere fruitua ekarriko dau, berarekin bat egiten badogu.
Escuchamos un año más la invitación del Señor a trabajar en su Viña. Una invitación que brota de su corazón amoroso llamándonos en primer lugar a estar con Él. Ésta es la condición primera y fundamental del cristiano. Dejar que el Señor entre en nuestra vida y en nuestra historia. Permitir que Él tome las riendas de nuestro caminar y nos vaya transformando por su gracia en sus discípulos. El cristiano se forja en el encuentro personal con Cristo; en la escucha de su Palabra; en ir acompasando nuestros sentimientos y actitudes a los suyos; en dejarnos transformar el corazón a imagen suya; el mirar la realidad con sus ojos y amar a los demás con un corazón nuevo.
2. Testiguak gara. Bizi doguna iragartzen dogu. Argia luzatzen dogu, argia hartu dogulako. Ebanjelioa zabaltzeko, ebanjelioa bizi behar dogu.
En la medida en que accedemos al discipulado de Jesús, vamos siendo constituidos en sus testigos, portadores de algo que no nos pertenece, una realidad nueva que nos supera y que recibimos como un don, que a su vez portamos en vasijas de barro y que hemos de ofrecer al mundo. El cristiano, por ser discípulo del Maestro, es al mismo tiempo testigo. Cristo es la luz  y nosotros somos portadores de esta luz. Así lo hemos querido reflejar en nuestro IV plan diocesano de Evangelización. “Alumbre vuestra luz a los hombres”, como nos dice el Señor en el Evangelio de San Mateo (Mt 5, 16). Sólo podremos ser luz si hemos sido iluminados por Él. Esta luz debe ser el centro y el motor de una evangelización renovada. Necesitamos impulsar una evangelización netamente misionera que nos mueva a abrir cauces nuevos en la tarea evangelizadora, a renovar los modos y formas de transmisión de la fe par que sirvan mejor a la misión encomendada.
3. Gazteen pastoraltza landu nahi dogu aurten bereziki. Gazteen pastoraltza indarbarritu eta bizibarritu gura dogu guztion artean. Daukaguna sendotu nahi dogu eta bide barriak bilatu nahi ditugu.
Uno de los ámbitos donde queremos dirigir nuestra mirada durante este curso pastoral es el mundo de los jóvenes. La experiencia reciente de la Jornada Mundial de la Juventud ha constituido un acontecimiento de gracia para la Iglesia y para nuestra diócesis. Dicho encuentro constituye un acicate para impulsar decididamente la pastoral de la juventud en todos los ámbitos diocesanos. La juventud constituye uno de los periodos decisivos de la vida de la persona. Es el tiempo de los grandes ideales e ilusiones, de las preguntas fundamentales acerca del sentido de la existencia. Es preciso mostrar a los jóvenes el fundamento a partir del cual pueden construir una vida que responda a todas las expectativas y anhelos del corazón. También es necesario mostrarles el lugar, el ethos, donde es posible construir esta vida y ser acompañados en la peregrinación hacia el encuentro con Dios. A los jóvenes no podemos presentarles ideas o modelos de vida efímeros e inconsistentes que les desorientan y acaban frustrando las expectativas de una vida plena. El corazón humano necesita del encuentro personal y decisivo con Cristo, el Señor. Como afirmaba el Santo Padre en la Encíclica “Deus caritas est”, “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (n.1). En la juventud se refleja la nobleza del corazón humano y su aspiración al infinito, al deseo de plenitud, de amar y ser amado de un modo nuevo, de entregarse a lo que verdaderamente merece la pena, de construir una vida libre y verdadera, enraizada en el bien y en el servicio a los demás. Cualquier ideología o sistema que empañe el rostro de Cristo, lo deforme, o no lo presente su verdad profunda, defrauda las expectativas de los jóvenes. Cuando perciben en Él una promesa de felicidad y un horizonte en el cual poder trazar el camino de la vida, entonces los jóvenes se sienten atraídos por el Señor, se produce el encuentro gozoso y decisivo con Él y, tras este encuentro, toman la decisión de seguirle plenamente, aunque conlleve esfuerzos y renuncias a placeres efímeros y momentáneos.
4. Gaztaroa bokazioa lantzeko sasoia da. Gazteen pastoraltza indartzean, gazte bakoitzak bere bokazioa bilatzea nahi dogu. Guztion laguntza da horretarako inportantea.
Unida a esta pastoral de juventud, se encuentra la cuestión vocacional. El objetivo cuarto de nuestro plan de evangelización se refiere a posibilitar que los niños, adolescentes y jóvenes puedan plantearse adecuadamente la pregunta de su vocación personal en la Iglesia. La capacidad de ser amado y de amar, debe encontrar el camino concreto, una vocación específica. No se trata de forzar una vocación hacia lo que nosotros deseemos, sino de ayudar a la persona a descubrir cuál es el camino al que Jesús le llama, la forma específica en la que se plasma el seguimiento del Señor. El acompañamiento de los jóvenes en la búsqueda de su vocación personal es una tarea esencial, pero ciertamente delicada, impulsada por personas que tengan una experiencia profunda y viva de fe y una sensibilidad adecuada para hacerse compañía discreta y verdadera. Es preciso que reflexionemos acerca de esta pastoral vocacional, asociada a la pastoral de juventud: el modo en que se realiza en nuestras parroquias y comunidades, la forma en que acompañamos a las familias a que ayuden a sus hijos a reconocer su vocación específica y decididamente emprender el camino para recorrerlo con gozo. Las personas y los organismos parroquiales, comunitarios o diocesanos que son necesarios para llevar adelante esta delicada misión.
5. Kristau Sarbidea eta oinarriko sakramentuak aztertu eta gaurkotu nahi ditugu. Horretarako, ezinbestekoa da gure etxeetan fede esperientzia zaintzea.
Este año también queremos impulsar el tercer objetivo de nuestro plan de evangelización: la renovación de la propuesta diocesana de la iniciación cristiana. Este aspecto es esencial en la transmisión de la fe, principalmente en el seno de las familias. Éstas encuentran dificultad en la transmisión de la fe a sus hijos precisamente porque en muchos casos también la vivencia de la fe del matrimonio no posee el vigor suficiente. Es preciso que reflexionemos el modo en que acompañamos a las familias en su experiencia de fe y cómo podemos reforzarla. Cómo se inserta la vida familiar, como familia doméstica, en la vida parroquial o comunitaria. La recepción del bautismo, la primera Comunión y la confirmación de los hijos deben vivirse dentro del dinamismo de la fe de la propia familia, donde el padre y la madre son los primeros e insustituibles evangelizadores de sus hijos, acompañadas e insertadas en la comunidad eclesial. Somos conscientes de la debilidad de esta misión para la que muchas familias no se sienten preparadas. La renovación de la iniciación cristiana en niños y jóvenes pasa por el fortalecimiento de la experiencia de fe de sus familias y su inserción en la vida parroquial. También queremos realizar propuestas concretas en la iniciación cristiana de adultos. Es un aspecto que va adquiriendo una presencia significativa en nuestra diócesis y al que debemos dar respuesta poniendo en marcha una propuesta diocesana de catecumenado de adultos.
6. Krisialdi honetan, behartsuen ondoan egon behar dogu. Ezin dogu ahaztu edo alde batera itxi Ebanjelioaren eskakizun hori. Betikoa da eta, era berean, gaur-gaurkoa.
No quiero terminar sin hacer referencia a la necesidad de renovar nuestro esfuerzo en aliviar las antiguas y nuevas pobrezas, principalmente en estos tiempos de crisis. El gesto diocesano de este año hará especial hincapié en las pobrezas que afectan a nuestros jóvenes. Siendo portadores de la luz del Señor, esta luz de esperanza y amor debe brillar en aquellos abismos de soledad, pobreza y sufrimiento en el que viven muchos de nuestros hermanos, para devolverles la dignidad de hijos e hijas de Dios a la que el Señor les ha llamado.
7. Jesusen argia harturik, joan gaitezen bere mahastira, pozez eta adorez. Andra Maria dogu horretan bidelagun. Berak jakin eban, beste inork baino hobeto, bere Semearen maitasuna zaintzen eta zabaltzen.
Queridos hermanos y hermanas. Sentíos enviados por el Señor a trabajar en su Viña. Él nos acompaña en el camino diario y nos conforta y alienta en las fatigas de la evangelización. Que nos entreguemos con ilusión y alegría en la tarea tan hermosa que se nos ha encomendado: ser portadores y testigos del Evangelio y llevar el amor del Señor a todos los rincones de nuestra diócesis. La Virgen María, nuestra Madre, nos acompaña. En su regazo ponemos nuestros anhelos y esperanzas. A Ella, en esta tarde y en este comienzo de curso nos encomendamos. Que como Madre de la Iglesia y de nuestra Diócesis nos acompañe en nuestro caminar. AMEN