La Amatxu de Begoña revestida para el día de la Virgen

La costumbre que se inició al menos en el siglo XIII, se generalizó en el XIV. Andrés E. de Mañaricúa relata en su publicación “Santa María de Begoña en la historia espiritual de Bizkaia” que, en un principio el vestido con el que se cubrían las tallas era un manto que tapaba hombros y espaldas “pudiendo de frente ser contemplada la imagen en su talla original”.
En cuanto a la imagen de la Amatxu de Begoña, se considera que se revistió por primera vez a comienzos del siglo XVI. Se recogen donaciones de mantos en los inventarios de la época.
“Sin embargo, el mejor y verdadero manto es el que se aprecia en la talla gótica original”, matiza el párroco. En la imagen, tanto la Virgen como el Niño, sentado hacia la pierna izquierda, visten túnica y manto. Mañaricúa recoge los escritos del P. Lizarralde en los que describe la decoración de la imagen. “Se aplicó a toda la talla una tela de arpillera recubierta de una ligera capa de yeso sobre la que se pintó (…) En la decimaquinta centuria se policromó, de azul claro las partes visibles de la ropa interior, de blanco el velo, de negro la cabellera y el manto de azul oscuro. Durante el siglo XVIII se le dieron ligeros retoques de restauración.”
Una imagen mutilada
La talla de la Amatxu está cercenada. Recortaron la parte superior de la cabeza y le colocaron un `casquete postizo´ acomodado “al parecer” para colocarle una corona suelta. También le cortaron la mano derecha que debió sostener una flor y que aún la tenía en la segunda mitad del siglo XVIII. Actualmente porta una manzana.