“Asumir la presidencia del movimiento es una manera de devolver un poquito de lo mucho recibido, una manera de seguir descubriendo a Dios en el medio profesional”, compartía Roberto Vidal tras salir elegido por la Comisión General para presidir el movimiento, hace ahora cinco meses. La semana pasada la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal le ratificó en su encomienda.
Actualmente el Movimiento está trabajando el tema de las desigualdades “desde una perspectiva creyente”.
Recorrido vital de Roberto
La primera referencia en su recorrido la encontró en sus padres y en su abuela Carmen “mujer humilde y ciega”, a quien acompañaba, en verano, a la iglesia a rezar el rosario antes de la misa. Años más tarde, entró en el seminario diocesano con la intención de hacerse cura, pero finalmente, no dio el paso. Sin embargo, fue allí donde descubrió “que el seguimiento a Jesús en mi vida tenía que pasar necesariamente por el servicio a los más pobres”. Conoció también entonces el trabajo de Acción Católica y tuvo ocasión de ser monitor de catequesis en la parroquia de Rekalde. El último año en el Seminario formó parte de un grupo de Pastoral Penitenciaria, en la cárcel de Basauri.
Ejerció durante 18 años de educador social, lo que le ha obligado a “pulir aquel primer deseo de ayudar a los demás”. Acoge esta nueva encomienda “agradecido a quienes confían en mí para esta responsabilidad y a la gente del movimiento en la Diócesis con la que comparto camino”, concluye.