Los peregrinos y peregrinas también visitaron numerosas de las reliquias de la Pasión de Nuestro Señor, presentes en Roma. Varios, ascendieron de rodillas y orando la «Escalera Santa», 28 peldaños de mármol que según la tradición subió Jesucristo para ser juzgado. Estuvieron, además, en la Basílica de Santa Cruz de Jerusalem y visitaron durante su estancia, tres de las cuatro Basílicas Mayores de Roma, “con especial mención a San Juan de Letrán, hermanada con la bilbaína iglesia de San Antón, que figura en el escudo de la Cofradía”.
El grupo fue recibido en la Casa General de los Escolapios, por el P. Pedro Aguado, bilbaíno y actual General de los Escolapios. Allí celebraron misa en la capilla situada junto a su habitación y reliquias, en la que San José de Calasanz celebraba la misa con sus primeros alumnos. Aguado indicó a los jóvenes y niños que formaban parte del grupo que “Jesús les entregó a ellos en primer lugar las llaves del Reino, y que fue después cuando se las entregó a San Pedro. Por lo tanto -les dijo- tenéis una gran tarea por desarrollar en vuestro entorno”. Fueron ellos y ellas, quienes realizaron las lecturas y las peticiones.
En el Trastevere visitaron Santa Dorotea, “el lugar donde todo empezó”, al ser allí donde San José de Calasanz inicio su labor tras ver buscar a los niños su sustento entre las miserias del barrio. Con su lema “Piedad y Letras”, San José de Calasanz, fundó la primera escuela popular poniendo la educación al alcance de todos y posibilitando que los jóvenes sin recursos tuviesen una formación religiosa y académica.