El obispo, en su mensaje para la jornada día señala que, como toda vocación, también la del diácono quiere responder a una llamada del Evangelio a vivir con sentido cristiano la existencia: “La experiencia de ser llamado siempre produce un asombro y una gran alegría y, cuando se responde generosamente a ella, se convierte en fuerza para servir, como nos lo enseñó y nos pide el Señor”.
Segura sostiene que toda llamada tiene un punto de incertidumbre “porque verse como Dios nos mira es sorprenderse, asumir un riesgo y una novedad”. No hay vocación sin misión, -añade- “no hay plena construcción de uno mismo sin ofrecer al mundo el tesoro de vida nueva que hemos recibido. A través del ministerio de la liturgia, la palabra y la caridad, el diácono es maestro, santificador y guía. El diaconado no es el cumplimiento de unas tareas comunitarias, sino una verdadera expresión de la sacramentalidad de la Iglesia”.