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11.04.2013

“La Fe que libera”

Con este enunciado, el jesuita Carlos Domínguez, pronunció ayer la tercera de las conferencias que están teniendo lugar en el salón de actos de Arrupe Etxea, dentro de la programación de la XXXI Semana de Vida Religiosa. Además ayer, contaron con la presencia del obispo, mons. Mario Iceta. El programa concluirá esta tarde, a las 19 h., con la ponencia de Carlos García de Andoin que tratará el tema de “Cómo acercarnos a los alejados”.

Carlos Domínguez abordó ayer varias cuestiones. Uno de los epígrafes de su charla versaba sobre “La experiencia religiosa como fuente de sometimiento alienante”, el ponente explicó que “bastaría echar una mirada a nuestro alrededor para ver que muchas experiencias religiosas han conducido a un empequeñecimiento, una alienación de las personas, con independencia de que los contenidos de que esa experiencia de fe tengan un poder de desarrollo o de plenitud”. Domínguez dijo también que el modo en que esos contenidos se transmiten o se reciben sí pueden dar lugar a muchas patologías.
Habló también del sentimiento de culpa “sentimientos que tienen detrás unas imágenes de un Dios que se presenta con un inmenso poder ante los humanos ante los y ante el que solo acabe obediencia, sometimiento resignación”. Resaltó que eso necesariamente desencadena una frustración y una hostilidad muchas veces inconsciente y “ya tenemos ahí la cuna para los sentimientos de culpa”.
Domínguez dijo que el Concilio Vaticano II rompió con muchos de estos moldes “hay un antes y un después que se plasma en el Concilio pero que venía preparado por una Teología, una sensibilidad hacia el mundo y que se tradujo en una revisión de la imagen de Dios”.
El Papa Francisco
Preguntado por el nuevo Papa, perteneciente a su misma orden, dijo que es evidente que está despertando unas enormes expectativas, ilusiones y esperanza. “Creo –dijo- que son muy reveladoras de la conciencia de una parte de la Iglesia de que la situación era mala, sino no se hubiera despertado tanta expectativa”. Añadió que efectivamente parece que llega un nuevo aire, unos nuevos signos que son significativos y en este sentido “tenemos que esperar también que el mensaje de Jesús aparezca realmente mas como una nueva buena”. Resaltó la llamada del Papa Francisco a ir a la periferia, a dejar de estar encerrados.
Concluyó su intervención hablando del “Dios liberador”. De ese Dios que lo que quiere es “comunicar su vida y humanizarnos y dinamizarnos en la lucha frente y contra tanto daño como hay en el mundo”. Una de las ideas en las que insistió es que Jesús vino a liberarnos de los malos sentimientos de culpabilidad “que tienden a encerrarnos en nosotros mismos. Viene a decirnos: No perdáis energías con la culpa que hay mucho trabajo por delante”.