Un año más, el obispo de Bilbao, Joseba Segura, acompañó al grupo de la peregrinación y presidió las celebraciones en las que participó el grupo, como la del sábado por la mañana en la gruta: “Esta gruta -dijo en su homilía- nos enseña algo oculto para quienes buscan tan solo la salud física: que las personas enfermas no son problemas a resolver, sino misterios a acompañar. Como decía la Virgen a Bernadette: no prometemos felicidad en este mundo, sino algo infinitamente más valioso. Por eso en Lourdes las lágrimas cuentan, y en ellas nuevas esperanzas germinan”.
El domingo el obispo de Bilbao, presidió la Misa Internacional en la basílica de San Pío X: “venimos buscando esa sabiduría divina incompatible con la desesperanza. Generosidad y fuerza para acompañar con alegría a los que sufren. Ver nuestras heridas no como condenas, sino como parte de un misterio mayor. Y ojalá volvamos a casa habiendo confirmado que Dios está aquí, sosteniendo nuestros brazos cuando pesan”.