“La prisión acrecienta las carencias”

¿A qué retos te enfrentas?
Contribuir a que la misión de Bidesari sea el motor de nuestro trabajo, es decir, que desde una espiritualidad cristiana respondamos a las necesidades de los presos.
Es muy importante el cuidado de las personas y la comunicación con todos los que forman parte de Bidesari, los profesionales, los voluntarios, los socios-colaboradores… Es fundamental la comunicación y el trabajo coordinado con los compañeros de otras entidades sociales…
¿A cuánta población reclusa atendéis?
Bidesari desarrolla varios proyectos en el interior de los Centros Penitenciarios de Basauri y Nanclares de la Oca, a través de los cuales atiende a unas 400 personas al año, en distintas acciones e intervenciones, que posteriormente tienen su continuidad en los recursos que la entidad ofrece en el exterior del centro. Fuera de prisión tenemos en funcionamiento tres pisos con capacidad para seis personas cada uno. Además disponemos de “Topaleku”, un proyecto de ocio y encuentro que está dirigido a personas jóvenes mayores de edad en el que se favorece la incorporación social de personas que han estado presas.
¿Cuáles son las necesidades primordiales de la población presa?
Las personas necesitan ser atendidas de una manera personalizada y para ello, tenemos que individualizar los itinerarios de incorporación social. Una realidad sangrante es la de las personas inmigrantes, que por su situación de extranjeras no pueden acceder en igualdad de condiciones a los beneficios penitenciarios.
Hay que romper mitos, ya que la realidad es que la gran mayoría de las personas presas tienen relación con situaciones de exclusión social y la prisión acrecienta las carencias de estas personas.