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08.07.2019
Regresa el grupo del campo de trabajo

“La realidad de Ceuta nos ha tocado el corazón”

Acaban de regresar los 18 jóvenes de la diócesis de Bilbao que han participado del campo de Trabajo de Ceuta, organizado por las delegaciones de Caridad y Justicia, Anunció y Catequesis, Misiones y Cáritas. Acompañados por 4 personas: Chuki, Maite, Urko y Belén, “Ahora toca reposar la experiencia para que no sea una experiencia más y puedan seguir dando pasos en sus realidades para comprometerse en hacer de nuestros pueblos lugares más habitables y acogedores para todos y todas”, explica Belén Rodero, una de las personas adultas que han acompañado al grupo.

Por las mañanas han colaborado con 3 iniciativas de la ciudad: la residencia Nuestra Señora de los Ángeles de los Franciscanos de la Cruz Blanca, acompañando a personas mayores y con discapacidad; la Escuela de Verano de la Fundación Cruz Blanca para niños y niñas, en el Barrio del Príncipe y el centro San Antonio para inmigrantes, de la Delegación de Migraciones de Cádiz-Ceuta y, por la tarde lectura creyente de la realidad vivida en la mañana y acercamiento a distintas realidades de Ceuta. El último día compartieron tarde de playa y juegos con jóvenes inmigrantes del Centro San Antonio.

“El Buen Samaritano –dice Rodero- ha sido el guía y maestro del campo de trabajo. Las acciones que despliega y sus actitudes han coloreado cada día y nos han invitado a poner en juego nuestra capacidad de proximidad, de ser prójimo para quienes más sufren. El Samaritano cuando pasa al lado de quien está caído, en los márgenes de nuestras ciudades, lo ve, siente compasión, se acerca, cura sus heridas, acompaña y busca la colaboración. Jesús nos ha invitado cada día a ver con una mirada nueva, a sentir compasión, a acercarnos… Nos ha dicho a cada uno y a cada una de nosotros “Vete y haz tú lo mismo”.

Explican que la realidad de Ceuta les ha tocado el corazón. Pasear, tocar la guitarra y acompañar a las personas mayores y discapacitadas de la residencia; jugar, cine fórum, ir a la playa con los niños y niñas del Príncipe; enseñar castellano, compartir experiencias, cantos, voluntariado con jóvenes inmigrantes de su misma edad… les ha dejado una huella “que es difícil borrar”.

Una de las jornadas recibieron la visita del religioso franciscano de la Cruz Blanda, Isidoro Macías Martín, «Padre patera», conocido por su trabajo a favor de los inmigrantes, que les contó su impactante experiencia.

De las visitas realizadas, la que más les ha impresionado ha sido la que hicieron a la valla que rodea toda la ciudad “nos ha encogido el corazón ver lo que construimos para impedir el camino hacia un futuro mejor para tantas personas que esperan pasar a este lado… ante el hemos sentido rabia, impotencia, vergüenza…. mucho más cuando a nosotros nos han acogido y nos han contagiado la alegría de vivir, de luchar por lo que se quiere, de seguir hacia adelante”.

Ceuta ahora tiene otro rostro para los chavales. Pero sin duda “hemos recibido-dicen- más de lo que hemos aportado”. Eso es lo genuino del servicio y del voluntariado –concluye Rodero- “compartir lo que uno tiene y lo que es, acompañarnos unos a otros y ahí es donde brotan tantas cosas buenas: el cariño, la responsabilidad, el cuidado, la colaboración, la ternura, la entrega, ahí es donde los cristianos nos encontramos con el Dios de Jesús que habita en nuestras periferias, ahí es donde trabajamos codo con codo con otras mujeres y hombres que están empeñados también en construir un mundo más justo y fraterno”.