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19.10.2016

“Los africanos tienen el mismo derecho que nosotros a vivir dignamente”

Tras finalizar el intervalo de 9 años como Provincial de la orden, el misionero natural de Zaratamo, Ramón Eguiluz vuelve al lugar donde pasó 21 años de su vida: África. Conoce bien la República Democrática del Congo y la República Centroafricana y habla con conocimiento y pasión de ambos lugares porque sueña con esa alma africana de la que tanto ha recibido. La Delegación de Misiones Diocesanas le ha invitado a compartir su testimonio en torno a la celebración del Domund, este próximo domingo día 23.

Estos días está ofreciendo su testimonio en algunos centros escolares y se muestra “encantado” con la experiencia. Ejerció de formador durante más de dos décadas en África y volverá el año próximo, en cuanto finalice su mandato como Provincial. Sueña con volver a la República Centroafricana, pero puede que le envíen al Chad “porque hay una necesidad más urgente”. Como se encuentra disponible, no está preocupado por el lugar al que le vayan a enviar, aunque reconoce que su familia está inquieta.
Los jóvenes le preguntan por sus inquietudes, por su manera de acercarse al pueblo africano y él contesta que lo más importante es “aprender a escuchar y a guardar silencio, para poder comprender”.
Al cuestionarle sobre el éxodo de tantos africanos buscando un mundo mejor en Europa contesta con claridad que ellos tienen tanto derecho a vivir como nosotros porque “están condenados a venir y vendrán por muchas barreras que se les pongan”.
Ramón denuncia la pasividad de occidente ante este drama y el expolio de la riqueza depositada en África por parte de algunos países. “Ya no nos acordamos del évola, ni de la malaria que mata a tanta gente” señala, mientras apunta a la industria farmacéutica “a quien no le interesa invertir para buscar una solución, porque no le es rentable”.
El religioso comboniano considera que es importante contar con una Iglesia misionera que sepa salir tal y como pide el slogan del Domund de este año.

Ramón Eguiluz con el alumnado de la ikastola diocesana Begoñazpi