En el “Gesto de Solidaridad” que celebra nuestra Diócesis cada año, se pretende expresar “nuestro compromiso con algún aspecto de la problemática de nuestra sociedad que deseamos abordar desde una perspectiva evangélica”, declaró el Obispo. En esta ocasión el Gesto se ha fijado en las personas y grupos que sufren más directamente las consecuencias de la crisis y así se ha organizado esta marcha, que hizo un recorrido por Bilbao, pasando ante entidades financieras e instituciones públicas, que tienen una especial responsabilidad en la búsqueda de salidas a esta situación tan lacerante para muchos. A continuación reproducimos el texto completo del comunicado:
LOS ÚLTIMOS, LOS PRIMEROS
1. El Gesto Diocesano de Solidaridad quiere expresar cada año nuestro compromiso con algún aspecto de la problemática de nuestra sociedad que deseamos abordar desde una perspectiva evangélica. En esta ocasión nos hemos fijado en las personas y grupos que sufren más directamente las consecuencias de la crisis y así hemos organizado esta marcha, que hace un recorrido por Bilbao, pasando ante entidades financieras e instituciones públicas, que tienen una especial responsabilidad en la búsqueda de salidas a esta situación tan lacerante para muchos. El lema – Los últimos, los primeros – constata una realidad y, al mismo tiempo, un deseo: por una parte, los últimos son desgraciadamente las primeras víctimas de la crisis; por otra, deseamos que sean objeto de atención prioritaria en la búsqueda de soluciones equitativas. Es ésta una preocupación eminentemente evangélica. El mismo Jesús muestra una predilección por los pequeños, por los débiles, por los últimos, y les ofrece una esperanza: “Hay primeros que serán últimos, y últimos que serán primeros”.
2. En esta marcha y en la vida cotidiana, deseamos caminar junto a la gente empobrecida y necesitada, tendiendo nuestra mano y acogiendo la suya. De ahí el lema en euskera: Mila bidelagunen mila / La milla de los mil compañeros de camino. Queremos caminar junto a tantos jóvenes, mujeres, mayores e inmigrantes que carecen de trabajo y de lo más necesario para poder vivir dignamente.
3. Este Gesto de hoy abarca tres dimensiones: la denuncia, la petición y la colaboración. La denuncia de una situación de injusticia, y las estructuras de pecado que la alimentan. Como recordábamos en la carta de Navidad de 2008, en el origen de la crisis, además de los problemas técnicos, se encuentra la actuación irresponsable e inmoral de un número importante de entidades financieras de ámbito internacional, que han podido actuar de tal modo por la inexistencia de los necesarios controles públicos. Las manifestaciones y efectos de la crisis son tan amplios, profundos e interdependientes que muestran las graves carencias técnicas y morales del sistema sobre el que se construye nuestra economía y, por tanto, nuestro estilo de vida. Si bien no todos somos responsables en igual medida, el alcance de la actual crisis no sería tal si no estuviéramos, de alguna manera, implicados consciente o inconscientemente en la misma. Un desarreglo tan profundo sólo ha sido posible en virtud de una cultura generalizada de búsqueda imparable del bienestar por medio de la búsqueda del mayor beneficio en el menor plazo posible. La petición de liderazgo a las instituciones de diverso ámbito, para poder superar la crisis y buscar soluciones justas, con la mirada puesta en las personas y grupos más desfavorecidos; y la colaboración de la comunidad cristiana en la construcción de una sociedad justa y fraterna, acorde con el Reino de Dios que el Señor anuncia y encarna. Queremos ser compañeros de camino (bidelagunak). Para ello nos proponemos personal y comunitariamente la conversión a un estilo de vida más sobrio y solidario, más propio de los discípulos de Jesús.
4. La Cuaresma es un tiempo propicio para la conversión y renovación del corazón, en contacto con la gente necesitada. Para ello hemos de buscar la voluntad de Dios, para poder decir con verdad “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.
5. En la Carta Pastoral conjunta de este año, los obispos hemos afirmado que “cada situación de crisis o emergencia es una ocasión para repensar las cuestiones fundamentales; en primer lugar, algo tan básico como conocer la voluntad de Dios”. En este sentido, hemos recordado el resumen del Evangelio: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. A partir de ahí hemos visto la necesidad de poner en práctica la Doctrina Social de la Iglesia, promoviendo la verdad, la libertad, la justicia, la paz y el amor. Deseamos vivir y proponer “una práctica de ojos abiertos y de corazón compasivo, para ver los rostros sufrientes de la crisis y dar testimonio de los principios del bien común, el destino universal de los bienes y la solidaridad” (Carta Pastoral, n. 27).
6. Esta tarea comienza en cada de uno de nosotros. Así podremos ser “sal de la tierra y luz del mundo”, como nos pide Jesús en el Evangelio. Así podremos ser solidarios y servidores de la paz.
7. El gesto diocesano, estando circunscrito a una jornada concreta, debe ser expresión de nuestro compromiso cotidiano. Con la ayuda de Dios y, entre todos, con el esfuerzo diario, nos acercaremos cada vez más a ese mundo que Dios ha pensado siempre para nosotros, en el que vivamos todos como hermanos, compartiendo los dones que Dios nos ha dado, como hijos e hijas de un mismo Padre.
+ Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
01.04.2011
«Los últimos, los primeros»
El Obispo de Bilbao, monseñor Mario Iceta, se dirigió ayer a última hora de la tarde, a los asistentes a la marcha del Gesto Diocesano de Solidaridad, que se desarrolló a lo largo de toda la jornada, recordándoles que “Este Gesto de hoy abarca tres dimensiones: la denuncia, la petición y la colaboración. La denuncia de una situación de injusticia y las estructuras de pecado que la alimentan. La petición de liderazgo a las instituciones de diverso ámbito, para poder superar la crisis y buscar soluciones justas; y la colaboración de la comunidad cristiana en la construcción de una sociedad justa y fraterna, acorde con el Reino de Dios que el Señor anuncia y encarna”.