Manuel Heredia es filósofo, teólogo y geólogo y lleva varios años impartiendo clases en la Facultad de Teología de Vitoria. Además, desde primeros de año es el responsable de Misiones Diocesanas de Bilbao y también ha sido nombrado consiliario del movimiento Vida Ascendente/Bizian Gora.
En el número de mayo de la revista «Alkarren Barri/Comunicación» Heredia reflexiona sobre su vida, su recorrido en nuestra Diócesis y su proceso vocacional al diaconado.
«La primera señal al diaconado permanente -señala en la entrevista- la experimento durante el retiro ‘Desierto’ en la comunidad Acción Solidaria. Ejercicio espiritual que se prolongó algo más de un año». Explica que, a partir de ese momento, comenzó a dar los primeros pasos. «Sobre todo, encaminados al discernimiento personal, familiar y comunitario de esa vivencia. Hablamos ya de más de ocho años.
Dice Manuel que este paso ha supuesto muchas cosas para él, tanto en la vida personal como familiar: «Destaco solo algunas: compromiso, implicación, mucho sacrificio, un cúmulo de emociones interiores, momentos de dudas, preguntas. También de confianza, de fe. Muchas veces eché mano del consejo ignaciano de no hacer mudanzas en tiempo de desolación».
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Nuevo delegado de Misiones
Manuel defiende que la vocación misionera necesita de un radical descentramiento del yo. «Alzar la mirada, trascender fronteras humanas, ser valientes para tomar el testigo de las personas que han hecho de la misión su modo de vida». También cree que como cristianos tenemos un enorme reto, «pero un reto apasionante, no solo porque vale la pena entregarse al servicio de seres humanos en otras realidades, no solo porque en ese darse salimos mejores personas y mejores cristianos; sobre todo y, ante todo, porque es una responsabilidad enraizada en nuestro bautismo».
Vida Ascendente/Bizian Gora
Y considera su encomienda como consiliario de Vida Ascendente «¡Un regalo! Una escuela de la vida». El movimiento lo componen en su gran mayoría mujeres «que han sido pilares en la transmisión de la fe en sus familias, activas en múltiples tareas pastorales, presencias permanentes en sus comunidades y laboralmente activas. Hoy siguen siendo testimonios fieles, coherentes y creíbles del seguimiento a Cristo».