
En los talleres tomaron conciencia de la realidad de violencia, soledad, sufrimiento, guerra… que habita en nuestro mundo, y compartieron los signos de esperanza «que vemos y vivimos». Lo recogieron en un pasaporte de la esperanza.


En la eucaristía se aportó «como poder ser signos de esperanza entre nosotros».
También extendieron las telas que les han acompañado durante todo el año, y los más pequeños entregaron una «alegría» a cada persona «para que la sigamos sembrando allí donde estemos».
La jornada concluyó con la foto de familia y la mesa compartida
«Eskerrik asko elkarrekin ospatzeagaitik! Goazen elkarturik…»