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07.04.2010

«Me hubiera gustado que definitivamente hubiéramos consolidado la paz»

El pasado 22 de marzo, unos días después de conocerse su nombramiento como nuevo arzobispo de Valladolid, nuestro obispo, mons. Ricardo Blázquez concedió una amplia entrevista a la emisora diocesana Radio Popular de la que se hace eco, de forma resumida, el último número de la revista “Comunicación/Alkarren Barri, correspondiente a este mes de abril. Dos días antes de su despedida oficial de la diócesis, que será el próximo sábado, 10 de abril, a las doce del mediodía, en la catedral de Santiago, reproducimos íntegramente esa entrevista, realizada por el periodista Koldo Campos: (Pinchando en el icono que hay al final de la entrevista se puede escuchar el audio completo).

Koldo Campos: -Hablaba de desarraigo doloroso. ¿Le hubiera gustado quedarse en Bilbao?
Mons. Ricardo Blázquez:
-Pues, es verdad que se siente desarraigo, se han echado raíces y, al salir, uno advierte que se rompen muchas raíces, que estaban muy vivas, y queda uno como desenraizado, poco a poco, de aquí y todavía sin el nuevo enraizamiento.
Todavía sin conocer lo que se va a encontrar, a pesar de que es su tierra, Castilla.
Sí, pero, en concreto, conocimiento de la diócesis de Valladolid tengo un poco, pero bastante genérico porque ya hace muchos años que salí de Castilla, precisamente desde Palencia vine aquí a Bilbao, va a hacer 15 años a finales del mes de octubre.
D. Ricardo ¿Qué es lo que más va a echar de menos?
Tantas cosas. Evidentemente las personas. También el ambiente, la basílica de Begoña, el rincón de Bilbao, estos paisajes preciosos, el clima. De los lugares donde he vivido, que ya son bastantes, tengo que reconocer que el clima en el que más cómodo me he sentido es justamente, tanto en verano como en invierno, el de Bilbao. Ni el verano es duro, ni el invierno es crudo. A veces tengo la impresión de que cuando aquí, dicen que hace frío, exageran.
Cuando ha mencionado rincones, ¿en cuáles le ha gustado perderse?
Yo me he perdido por todos los rincones de la diócesis, porque entre otras cosas me gusta conducir y me gusta conocer lugares. Creo que, antes o después, he ido pasando por todos los rincones de la Diócesis. Hay muchos rincones preciosos. Por ejemplo es precioso el paisaje que se ve desde Goiuria contemplando Urkiola, pero hay otros muchos.
¿Qué es lo que le hubiera gustado hacer pero que se ha quedado pendiente?
Me hubiera gustado que definitivamente hubiéramos consolidado la paz, que se hubiera conseguido plenamente, que hubiera desaparecido totalmente la organización terrorista. Eso, por una parte, y en otro orden de cosas me hubiera gustado mucho que el despegue vocacional del seminario y también de las vocaciones religiosas hubiera sido más claro y más decidido.
En cuanto a ETA, por desgracia, hemos conocido un comunicado este fin de semana y es más de lo mismo.
Más de lo mismo. Debe desaparecer. Ha hecho demasiado daño a este pueblo y en tantos lugares. No sé cómo pueden legitimar ni sus actuaciones, ni sus objetivos, no se pueden legitimar, yo pediría una vez más que desaparezca, que esta especie de nebulosa en que estamos inmersos,  que esto desapareciera, que se aclarara efectivamente el horizonte, que nadie tuviera que padecer amenazas, que todos podamos relacionarnos confiadamente, que unos y otros podamos estar seguros de nuestra libertad y de nuestra vida.
Quizá han sido los momentos más duros cuando ha tenido que presidir el funeral de una víctima precisamente.
Sin duda. Recuerdo que el primer funeral que tuve que presidir fue el de Miguel Ángel Blanco. Los días anteriores, además, con la amenaza a horas contadas, era una especie como de escenificación cruel del terror. Fue impresionante, tanto la mañana cuando visite el cadáver ya de de Miguel Ángel Blanco en el hospital de Aranzazu, de San Sebastián y no digamos ya en el funeral. Aquella familia destrozada, la sociedad destrozada. Uno se pregunta pero, y ¿por qué? Tengo la impresión de que aquel funeral y las manifestaciones que precedieron y siguieron marcaron un momento muy importante de decir la sociedad basta.
Eso es lo que nos hubiera gustado, que hubiera terminado, y, me consta que usted ha tenido relación discreta y privada con familiares de víctimas.
He tenido en la medida en que ha sido posible, a decir verdad, algunos no estaban dispuestos a continuar con ninguna forma de relación, pero, he tenido oportunidades. Concretamente, quiero recordar dos celebraciones de la Eucaristía que tuvimos en Cantabria con un grupo numeroso de víctimas del terrorismo, también que habían padecido secuestros, y fue un encuentro precioso. Y otras muchas formas de manifestación. El otro día, por ejemplo, tuve la oportunidad de saludar a algunos miembros de la familia del policía que padeció el atentado, que fue asesinado en la Peña, la familia de Puelles.
Lo cierto es que son los momentos más duros que se ha podido encontrar, pero buscando la otra parte, ¿con qué se ha sentido satisfecho? Antes, me decía las personas.
Con  muchas cosas. Yo creo que recordaré siempre la intensidad, la belleza y la participación en tantísimas oraciones y liturgias. Tengo que reconocer que tanto la música, como la letra de cantos en euskera, solo los podría comparar al libro de cantos de Alemania que conozco un poco más y también de Inglaterra. Son celebraciones extraordinariamente bellas, además con una participación muy intensa, también me impresiona siempre, y eso se ha convertido en rutina en mí, la celebración de las confirmaciones de los jóvenes. Cuando en la celebración les pregunto que si creen en Dios, a veces pienso que pregunto cosas muy atrevidas, y cuando oigo la respuesta me conmueven. En medio de nuestro mundo, en medio de nuestra sociedad, jóvenes saben lo que ha significado para ellos dar este paso de seguir a Dios. Esto me encanta y me emociona siempre.
 
Los colaboradores, ¿ha sentido colaboración en la Diócesis?
Mucha, muy intensa, desde el principio. Tendría que hacer una lista larguísima de colaboradores. Si queréis puedo mencionar a algunos. Evidentemente, don Luis María de Larrea, que me acogió como un hermano mayor. Recuerdo el primer encuentro que tuvimos en Burgos después del nombramiento, nunca se me olvidará el abrazo y la sonrisa con que me acogió; y un título aparte espléndido es el del obispo auxiliar, Carmelo Echenagusía. Un día de estos quiero ir a visitar el lugar donde está sepultado en su pueblo, junto a su familia, para rezar por él y también para, podemos decir con confianza y atrevimiento, para que nos tienda una la mano continúe pidiendo al Señor por nuestra Diócesis. ¡Realmente fue un hombre de tal lealtad!, porque comprendo que unas cosas le gustarían más y otras menos. Algunas bastante, otras quizá poco, pero fue de una lealtad exterior e interior inequívocas. Me ayudaba a poder comprender cuando podíamos estar pisando un terreno un poco más complicado y bien quiero dar gracias a los vicarios generales, Mikel Sáez de Cabezón ya murió, viven otros, los vicarios territoriales, a todos.
Echando la vista atrás 15 años y recordando aquellos inicios difíciles, todo hay que decirlo, ¿ha resultado mejor su estancia de lo que parecía prever?
Sí,  yo recuerdo que mi madre me decía, cuando ya estaba a punto de venir aquí, “yo creo que vas a tener dificultades”, y yo le decía, madre, usted rece un poquito, y ella decía, ¡rezar ya rezo mucho, pero vas a tener dificultades! Es verdad que hubo dificultades en el comienzo, es verdad que muchos pidieron disculpas por las manifestaciones que había tenido antes y una vez iniciado mi ministerio aquí ya no ha habido dificultades de ese estilo; más bien ha sido un progresivo conocimiento y una progresiva aceptación mutua. Del obispo por parte de la diócesis y también de relación servicial mía hacia la Diócesis.
Es cierto que en Euskadi la política lo impregna todo o casi todo en algunos momentos e incluso fue lo que en un principio incomodó su llegada.
La sociedad tiene un algo grado de politización y de politización permanente, es un territorio pequeño, en poco espacio, con muchas opciones políticas, defendidas con mucha intensidad entonces evidentemente esto sube bastantes grados el nivel de politización. 
 
¿Ha sentido esa presión?

 He sentido la necesidad de estar siempre muy atento. Yo nunca como aquí, en el tiempo que llevo en Bilbao, he tenido la necesidad de informarme por todas las vías posibles. Escuchando diversas emisoras, viendo la cabecera de diversas televisiones, leyendo varios periódicos, para poder estar informado lo mejor posible. Y, además tenía la certeza de que no sabía donde y, no sabía cuando, pero saltaría la liebre, habría alguna sorpresa.
Es difícil manejarse sin que a uno le puedan pillar en un renuncio.
Claro, hay que estar atentos también por el servicio, lo mejor posible, a la Iglesia y, seguramente, habrá habido fallos y descuidos y problemas no resueltos. Pido disculpas por lo que no haya podido hacer. Ciertamente, he amado y amo profundamente a esta Iglesia y a sus fieles, a este pueblo. He querido hacerlo lo mejor posible, he querido, como dije al principio, de mi ministerio en la catedral, he querido ser obispo de todos, para todos y con la colaboración de todos.
Existen cuestiones que, vistas desde aquí, se pueden entender mejor que cuando se leen de fuera, por decirlo de algún modo, algunos posicionamientos, algunas cartas pastorales, algunas colaboraciones…
Sin duda, la perspectiva y la experiencia del lugar donde uno vive es muy importante para poder interpretar los acontecimientos. Yo, a veces, he tenido la sensación de que no hemos sido adecuadamente enjuiciados, de que se han apreciado nuestras palabras, nuestras actuaciones de una manera, yo no diría del todo desenfocada, pero no bien enfocada. Por ejemplo, los obispos de esta diócesis ya desde hace muchos años han venido publicando anualmente (ahora lo hacemos cada dos años), unas cartas para Cuaresma y Pascua que forman una colección excelente. No conozco otro tipo de cartas tan ricas, puntualmente publicadas en ningún otro grupo de obispos del Estado Español, de España, yo no conozco. Ha habido una permanente presencia y orientación  en las cuestiones pastorales, también, evidentemente, formaba parte del servicio pastoral ver de qué forma se afrontaba el problema de la violencia y la atención a las víctimas, podemos haber estado más acertados o menos, yo creo que fundamentalmente acertados en tarea que formaba parte de la orientación moral de los cristianos, y en la medida en que eran escuchados los ciudadanos también.
Ha mencionado la falta de perspectiva que se puede tener en otros lugares, lo injusto que ha sido en algunos momentos la crítica hacia la propia Iglesia y fuera de Euskadi, fundamentalmente, porque se decía  que casi había connivencia con el terrorismo, etc.
Es verdad, a veces se ha dicho, es una injusticia. Recuerdo que hace unos años publicaron un volumen en la BAC, en la biblioteca de autores cristianos, de las intervenciones de los obispos, o personales en cada diócesis, o colectivas, desde hace muchísimos años, desde que ETA empezó a matar y ahí, aparece en un volumen de más de mil páginas la multitud de intervenciones y nunca, nunca, se ha sido connivente con la violencia, nunca.
Por eso decía lo de la injusticia. En muchas ocasiones además el dolor que causa esa crítica cuando no responde a una realidad.
Produce dolor, es verdad, y además la sensación de impotencia, ¿cómo explicar, cómo pedir que se lean, por lo menos, los documentos que se han escrito, o que se escuchen cuando están grabados? produce una sensación de debilidad y de impotencia.
Y supongo que, personalmente, igual lo ha acusado también porque, casi, casi se le han exigido explicaciones en algunos medios de comunicación fuera de Euskadi.
A veces, sí. Yo he actuado en conciencia, teniendo en cuenta lo que yo conocía, los elementos de juicio para poder valorar los acontecimientos, yo he actuado en conciencia. Ante Dios puedo decir, al terminar este periodo, que no tengo remordimientos de conciencia de no haber estado a la altura de mi ministerio episcopal en esta diócesis con lo que se refiere a este problema de la violencia, del terrorismo y también de la necesaria atención a las víctimas. En Navidades de 1998, cuando la sociedad apoyaba muy poco a las víctimas, porque es bueno también establecer una sincronía de intervenciones de unos y de otros, de sensibilización social de actuaciones, del Estado; ya en esa Navidad, Carmelo Echenagusía y un servidor, pedimos perdón públicamente a las víctimas de la violencia, si en nuestro ministerio no habíamos estado suficientemente cercanos como efectivamente nos reclama el Evangelio. Y esta petición de perdón pública fue reiterada por la Diócesis como tal el año 2000, un año emblemático, cuando inauguramos la Catedral después de las obras que se habían realizado. Públicamente.
¿Ha tenido que tomar alguna decisión difícil, que le ha costado?
Pues sí, también en este campo. Cuando decidí presidir todos los funerales de las víctimas del terrorismo. El funeral de Miguel Ángel Blanco, y aquí puedo decir porque no se conoce, aquellos días cuando ya había sido asesinado Miguel Ángel Blanco, monseñor Setién vino a verme, de San Sebastián, para ver cómo me encontraba, para ver cómo pensábamos realizar el funeral, yo lo agradecí profundamente, pero volviendo a la pregunta que me hacías, pues sí, fue delicada la situación que se creo cuando decidí presidir todos los funerales, y no simplemente enviar un mensaje o preparar la homilía que otro pronunciaría, cuando decidí personalmente presidir todos los funerales. Entonces bastantes lo sintieron  como una ruptura de una tradición que se había venido consolidando año tras año. Yo, en conciencia, creía que debía de hacerlo porque era una forma también de apoyar a las víctimas y de decir públicamente no a la organización terrorista ETA y a sus acciones, no.
 
Una forma de posicionar también a la propia Iglesia. Ya estaba posicionada, pero al menos que se visibilizara.
Sí, era un signo más y un signo que sin duda es importante porque ya había muchos signos. Por ejemplo, en el interior de la Iglesia, de colegios, de grupos, surgió Gesto por la Paz, fue fermentando poco a poco el rechazo de la Iglesia en nuestra sociedad.
Además de que recordar esos inicios en que Gesto por la Paz eran cuatro detrás de una pancarta.
Es verdad sí, y con dificultades. Ha sido una historia larga, una historia muy penosa, gracias a Dios la sociedad ha ido tomando conciencia y yo confío, pido al Señor, y deseo y espero que pronto desaparezca esta lacra.
Mirando en general su estancia de los 15 años en Bilbao ¿ha sido difícil el gobierno en la Diócesis?
Pues, a veces sí y es difícil porque la vitalidad de la Diócesis y el deseo de participar en la elaboración de las direcciones es muy intenso. Es mucho más sencillo, para el que tenga la responsabilidad de decidir, encontrarse con personas simplemente sumisas, que con personas que requieren también la participación y esta vez si, ha ocurrido esto. Estoy pensando, por ejemplo, fue lento y trabajoso el que decidiéramos como Diócesis la instauración del diaconado permanente aquí en Bilbao. Fue lento y trabajoso y no es la única decisión que ha recorrido fases de dificultades, con muchas lentitudes, volviendo un día y otro día, etc.
Se encontró con una Diócesis muy activa, con muchas organizaciones,  con mucha gente implicada además.
Sin duda, es una Diócesis muy dinámica y, en muchos aspectos, extraordinariamente rica. Por ejemplo, en el campo de lo caritativo y social, porque no solo tenemos, la fundación Gizakia con el Proyecto Hombre y con la atención a todo tipo de adicciones que surgen; Cáritas…; Pensemos ahora con ocasión de la crisis económica, laboral en que estamos inmersos, que la Iglesia tiene aquí instituciones, unos u otros, tenemos tres comedores para personas, no simplemente transeúntes, sino a veces personas y jóvenes que se han quedado los dos sin trabajo, a veces con hijos. Ha subido muchísimo el número de personas que acuden a estos comedores, y son tres. También el número de voluntarios de Cáritas: desde que estalló la crisis hay doscientos voluntarios más de Cáritas, de los más de dos mil que había antes.
Ahora, es verdad que la fase terminal de los enfermos de Sida, gracias a Dios, por las medidas que se han encontrado, es más larga, pero cuando era más corta, dos instituciones de Iglesia, de aquí (que, por respeto, no quiero decir quienes) estaban ayudando a estos enfermos de Sida y recuerdo que la primera vez que visite una de ellas, la religiosa me dijo: aquí ya han muerto, D. Ricardo, muchos enfermos, hasta ahora ninguno ha muerto que no se haya reconciliado con su familia, porque este tipo de problemas, rompe la familia;  con su propia vida, porque a veces terminamos despreciándonos a nosotros mismos; y también con Dios, efectivamente, en aquellos enfermos, el grupo que había, unos doce, se veía que había un rostro de una vida interiormente renovada.
Ha mencionado instituciones que germinan de la propia Iglesia y no sé, ¿no tiene un cierto vacío cuando, en muchas ocasiones, no asocian a esas instituciones con la Iglesia?
A veces no aparece con suficiente claridad el “label”, es verdad, yo, en este sentido, creo, que es motivo de satisfacción para todos, sin fanfarronear, porque ninguno tenemos motivo para alardear de nada, pero con transparencia y libertad. Yo soy tal, yo pienso así, yo quiero esto, y es bueno que aquellos con los que convivamos diariamente sepan a qué atenerse. Yo creo que esto es un modo de satisfacción para todos, que el que nos busque nos encuentre, y el que no nos busque que nos hagamos los encontradizos.
Es cierto que hay muchas instituciones dependientes de la Iglesia que se ocupan de esos problemas sociales de los que acaba de mencionar hace un instante, ahora recrudecidos, pero que siempre han estado ahí, porque mucha gente siempre los ha padecido.
Siempre han estado ahí, recuerdo hace ya algunos años cuando se inició Hontza, este lugar donde personas, hermanos nuestros, que estaban durmiendo con unos cartones debajo de los puentes y, con la colaboración el ayuntamiento, también quiero decirlo, la colaboración con las instituciones ha sido buena, esta es mi experiencia y yo quiero agradecer. Pero cuando se buscó la respuesta a estas personas que estaban así durmiendo, no fue fácil, y ahora se puede ofrecer un servicio a estas personas que van como cantos rodados por la vida, se les puede ofrecer un servicio donde puedan descansar durante la noche tranquilamente, un servicio de higiene, de alimentación, de limpieza de ropa, porque el día es un poco distinto, pero la noche es muy triste sola y debajo de un puente.
Casos como ese, llevaron a una especie de enfrentamiento social. Colectivos de la Iglesia se mostraron firmes en que había que sacar adelante ese proyecto, y esa protesta social se diluyó cuando el proyecto realmente se puso en marcha.
Si es verdad. En el momento en que encontramos el emplazamiento que parecía más adecuado, cuando empezó a funcionar, los temores que habían asustado a tantas personas se fueron yendo porque no había tal cosa.
Es lo que suele pasar en muchas ocasiones. Por cierto, antes ha mencionado a monseñor Setién, ¿Ha sido fructífera la relación entre las diócesis vascas?
Yo tengo que reconocer que en el tiempo, tanto con el equipo anterior de obispos, como con el equipo nuevo, mi colaboración ha sido muy grata, muy satisfactoria y yo espero, que el equipo nuevo que se está formando, también continúe con esta colaboración fraternal para el servicio de  todos.
Ha mencionado algunas cartas que se han hecho en conjunto, en comunión y que no suelen ser habituales en el resto de España.
Muchas, ahora las escribimos cada dos años. La última carta, que publicamos el año pasado, en conexión con el Sínodo Episcopal  sobre la Palabra de Dios, era justamente sobre la Palabra de Dios con muchas orientaciones para la acción pastoral, personal y oracional, una carta muy rica, por cierto.
Antes ha mencionado que le hubiese gustado impulsar más las vocaciones en nuestro territorio. Parece que la Iglesia está viviendo momentos de crisis, ausencia de vocaciones, una feligresía que se va quedando mayor en muchos de los casos, a pesar de que sí que hay un germen de juventud, pero mayoritariamente sigue siendo una feligresía mayor y, luego, esas ciertas desconexiones que parece que se producen entre la sociedad y la Iglesia ¿tiene la iglesia una receta para solucionar esos problemas?
No es fácil encontrar la receta porque si fuera fácil ya se hubiera puesto en práctica, es verdad, que hay una desproporción en la participación pongamos sintomática de la eucaristía dominical. Una desproporción entre las edades, entre personas ancianas, lo digo con todo el respeto, personas adultas, personas jóvenes, adolescentes y niños. Hay personas jóvenes que están madurando en la fe por muchas vías. Para mí el otro día fue una sorpresa; estuve en Berriz, y allí hay cuatro albergues: un albergue que tienen las misioneras de Berriz y tres albergues que hay en la antigua casa parroquial; pues, los cuatro albergues estaban ocupados con grupos de jóvenes. Yo tengo la impresión de que hay más jóvenes participando en la maduración de la fe y desde la fe, en la implicación en las cuestiones pastorales y humanas que a todos nos afectan. Hay implicados más jóvenes en esos campos que lo que después se lee en la participación de la Eucaristía. Yo, en este sentido, si les diría que es muy difícil, a largo plazo, a mantenerse activos en el trabajo por los demás, desde la fe cristiana, si no se cultiva la fe cristiana también a través de la escucha de la palabra de Dios, de la participación en la eucaristía, recibiendo el cuerpo del Señor como alimento para la vida, rezando con otros, cantando con otros, es muy difícil. Yo si les invitaría a los jóvenes, -lo digo muchas veces-, no os olvidéis de acudir a la gran cita que tenemos todos los cristianos que es la cita del domingo, sin domingo, sin participación en el domingo todos languidece mucho.
 
Si, pero parece que es cierto que tienen otra forma de cultivar ese espíritu religioso.

Yo estoy convencido de que sí y las experiencias que yo tengo de trato con jóvenes, también en grupos y además para que, si quieren, pregunten, y preguntan, y no se quedan por las ramas. Ante las respuestas en el ambiente que se crea se les nota mucho más receptivos y mas reflexivos de lo que parece.
Lo que pasa es que sí da cierta desazón encontrarse los templos semivacíos.
Si, es verdad, esto produce una gran desazón yo quiero que sepan también los niños, los jóvenes, los adolescentes, que son su futuro, que nos unimos a la esperanza, que la Palabra que la Iglesia tiene, es más de ánimo que de represión.
¿Nos portamos bien los medios de comunicación con la Iglesia y su mensaje?
No se puede generalizar porque toda generalización puede ser muy injusta. Yo pediría a muchos medios de comunicación mayor responsabilidad y que conocieran más de cerca lo que la Iglesia es, y lo que la Iglesia hace y lo que quiere ser. Se puede deducir, cómo algunos que hablan o escriben sobre la celebración de la eucaristía llevan varios decenios sin pisar una Iglesia. A veces con una descripción de las celebraciones religiosas que en otro campo de la información no manifiesta mucha competencia. Yo, sí pediría una responsabilidad, tenéis una responsabilidad importantísima en la información de la sociedad, que está profundamente influenciada por los medios de comunicación social; son educadores o pueden ser también deseducadores.
Algunas veces chirría como que “el rey presida una misa”, supongo que eso le llamará la atención como anécdota. Pero a veces es verdad que si se profundiza chirría más el contenido de la crítica que se pueda hacer.
A veces, de la Iglesia no se atienden muchos aspectos amigables que puede tener. Si, por hipótesis, pensáramos que desaparecieran, de la noche a la mañana, las instituciones de Iglesia que tienen nuestra diócesis, nuestra sociedad quedaría inmensamente empobrecida, inmensamente desasistida en muchísimas necesidades y necesidades muy personales y muy familiares.
Si Caritas bajara mañana la persiana sería un desastre.
Un desastre, Cáritas, Manos Unidas, los comedores que tenemos ¿A dónde va una persona cuando se encuentra en una situación de desamparo?, ¿a donde acude? por ejemplo a las puertas de nuestras Iglesias hay siempre pobres ¿por qué no se ponen a las puertas de otras instituciones?
Donde igual se maneja más dinero ¿no?
Evidente.
Hablando precisamente de la Iglesia, que parece estar en cierta crisis social, con esa desazón que puede generar en algunas situaciones, en Euskadi, se ve con una cierta distancia, pero, esa imagen de enfrentamiento con el gobierno que ocurre en Madrid, casi  asumiendo papeles en algunos momentos, o haciendo papeles de oposición, tampoco es bueno para la gente ¿no? no crea un ambiente propicio.
Yo creo que la Iglesia, en este caso me refiero a los representantes de la Iglesia, los Obispos, la Conferencia Episcopal, etc., de cara al Gobierno y a las actuaciones del gobierno, los proyectos de ley, etc, creo que debemos decir cuál es nuestro parecer y además decirlo con claridad, y decirlo con fundamento y acudiendo a lo que de humanizador puede tener una salida y deshumanizador puede tener otra. Y lo tenemos que decir con respeto. Nosotros no hacemos una oposición parlamentaria, nosotros desde el bagaje,  la historia de la Iglesia, con su doctrina social que, poco a poco, se ha ido formando, que al hilo de los acontecimientos va enriqueciéndose y dando respuestas a los problemas emergentes, desde ahí nosotros tenemos que hablar. Me gusta, en este sentido, la forma de proceder del Papa Benedicto XVI, es el Papa actual, que habla siempre con claridad, con sencillez con respeto, invitando a la reflexión, avisando a los demás de los males que pueden venir si nos introducimos en caminos deshumanizadores. Yo creo que ese es un referente para nuestra forma de actuar.
Si uno lee por ejemplo, Cáritas in veritate, ahí hay una doctrina impresionante, lo que pasa que revolucionaria ¿No quedaba también subrayada por algunos círculos de la Iglesia, por ejemplo lo que mencionaba yo de esa doctrina social de la Iglesia? Parece que nos perdemos en algunas cosas.
Es posible, digamos, los problemas mas coyunturales nos pueden oscurecer el horizonte más próximo. Además con  unas insistencias reiteradísimas, siempre lo mismo. Los mandamientos de Dios son diez y los problemas en el campo, por ejemplo, del séptimo mandamiento, del sexto, del quinto, por no oír otros, pues son muchos, y muchas cuestiones. Es bueno que no focalicemos de tal forma nuestra atención y nuestra palabra en una cuestión que da la impresión de decir, ¡hombre estos señores siempre hablan de esto! y a lo mejor también hay que decir es que hay muchas otras personas que nunca hablan de esto. También es verdad.
Yo mencionaba ese planteamiento porque en esa línea social, en algunas cuestiones que el Papa subraya en Caritas in Veritate, por ejemplo, sobre la crítica al consumismo, al capitalismo, a la avaricia, a la codicia, eso está ahí…
Eso está ahí. Son muchos números los que tiene la Encíclica y es una Encíclica que, como todos sabemos estaba pensada para celebrar la publicación de la Encíclica Populorum Progressio de 1967, lo que ocurre es que fue publicada dos años mas tarde porque justo estaba a punto de terminarse su redacción y explotó la crisis financiera y económica y, evidentemente, no podía aparecer la Encíclica, ya inmersos en esa situación, sin hacer una reflexión sobre los fundamento de la fe cristiana sobre ese problema. Creo que fue muy acertado el esperar un par de años a su publicación. Es una Encíclica muy rica.
En ese aspecto que se refiere a la crisis financiera casi parece un artículo de opinión.
Sí, muy rica definición. Si se trata del progreso humano, no podemos comprender cuál es el adecuado procedimiento, si no se tiene en cuenta quien es el hombre, como es el hombre, sin recortes, sin ideologizaciones porque a veces no pueden mucho los recortes y las ideologizaciones.
Ya que hemos hablado de Benedicto XVI, el Papa ha pedido perdón también para estos casos de pedofilia, de pederastia. El daño a las víctimas es irreparable pero tampoco es pequeño el daño que se hace a la propia Iglesia.
Es verdad, yo todavía no he podido leer la carta que ha dirigido el Papa. Es una  carta por lo que yo creo, sin precedentes. Un precedente un poco más general podría ser cuando Juan Pablo II, el primer domingo de Cuaresma del año 2000 pidió perdón a  Dios por los pecados de la Iglesia en la historia, pero aquí el Papa Benedicto XVI ha entrado en una cuestión muy actual. Es verdad, que son problemas que venimos arrastrando desde hace varios decenios, la mayor parte de los casos sin conocimiento. Probablemente en algunos de los casos sí que lo hubo con unas respuestas inadecuadas, muy deficientes, o por lo menos no suficientes y el Papa en un ejercicio de una sinceridad inmensa ante Dios y ante la humanidad pide perdón, especialmente ante los que han sido víctimas.
Yo si pido que esta carta la leamos con el deseo de ver cuál es la postura de la Iglesia que quiere seguir los pasos de Jesús ante este problema, que ha hecho sufrir a tantísimas personas a veces de una manera desamparada, en silencio. Por ejemplo las frases que yo he podido recoger por lo que habéis transmitido los medios, en relación con las víctimas, pidiéndoles encarecidamente perdón, comprendiendo lo que han sufrido, pidiendo también que puedan encontrar, en la medida de lo posible, la reparación adecuada, que sea una oportunidad para revisarnos todos como decía ayer en un pasaje del evangelio, que se proclamaba en la celebración de la Eucaristía, “el que esté sin pecado, que tire la primera piedra”. Tenemos que revisarnos todos, purificarnos, renovarnos, adoptar posturas muy distintas, por ejemplo, de cara a estos niños, a estas niñas, que los padres los confían a los educadores, de los que se abusa de una manera tan degradante, con una humillación  terrible de su persona. Cuando estas personas, a medida que han ido creciendo se dan cuenta de lo que hicieron con ellos, que sufrimiento. Yo creo que el Vaticano manifiesta una gran sensibilidad humana y cristiana. Y ¿cual es la postura de la Iglesia ante esto?
Sí, yo le decía que el daño a las víctimas es irreparable, pero para la propia Iglesia…
También, evidentemente los pecados de cada uno de nosotros repercuten también negativamente sobre el rostro de la Iglesia. Hacen un rostro despreciable, a veces, porque hay mucha inmundicia, es verdad.
Es cierto que uno analiza los casos, se cuentan por miles en el mundo entero, pero, también es cierto que afortunadamente el porcentaje mayoritario, abrumadoramente mayoritario no tiene nada que ver con eso.
A veces, quizá en los medios o nosotros, tendemos a la generalización. De 400.000 sacerdotes que somos en el mundo, es un grupito. Nadie va a decir que no sean graves las acciones y tampoco son la Iglesia. Por ejemplo, se ha sabido últimamente que en Alemania, aproximadamente desde el año 1995 hasta ahora, habían intervenido la policía y han sido denunciados a los tribunales unos doscientos mil casos; pues bien, de personas que tuvieran una presencia pastoral significativa en la Iglesia había 94, de los cuales creo que 35 o 36 habían sido condenados en tribunales. Entonces, también es bueno, si no queremos confundir y embadurnar todo, el que también la estadística aquí actúe y no se tienda a la generalización porque, si se tiende a la generalización, empezamos a sospechar que, a veces, no se busca tanto la justicia cuanto la humillación y la destrucción.
¿Cómo le gustaría que le recordaran en la diócesis de Bilbao?
Como alguien que ha pasado por aquí queriendo a la gente y queriendo desarrollar el ministerio episcopal lo mejor posible.
Supongo que cuando esté en Valladolid vendrá a ésta que es su casa.
Sí, por supuesto que sí, y además con mucho gusto.
Además de los rincones que me ha contado que le gustará recordar o recorrer en algún momento no le he preguntado por otras cuestiones más mundanas. No sé si ha descubierto también la comida.
Si, tengo que reconocer que yo tengo buen saque pero en muchísimas ocasiones me quedo corto, cuando otros comensales veo que tienen un saque bastante mas profundo.
Hay que ser de Bilbao, lo que pasa que los de Bilbao también pueden haber nacido en Palencia.
También, claro.
Monseñor Blázquez, gracias por estar con nosotros, gracias por haber venido a esta que es su casa y seguirá siendo su casa.
Gracias, yo encantado.
Todavía le quedan algunas citas relevantes.
Si Dios quiere, el día 10 de abril, que es sábado, me despediré oficialmente de la diócesis en la catedral, por la mañana y al día siguiente en Begoña también por devoción personal, es la patrona de Bizkaia, quiero tener también, el domingo, una celebración y estas serían digamos las despedidas oficiales de la Diócesis, pero ya me voy despidiendo de muchos.
Mientras tanto, tiene también la celebración del lehendakari Agirre.
Es una celebración que la Fundación Sabino Arana ha querido que sea institucional. De hecho están invitados los cuatro lehendakaris vivos. También van a participar los representantes de los territorios históricos, de ayuntamientos, también el presidente del Athletic, el jugó en el Athletic. Yo presidiré, si Dios quiere, la celebración, para lo cual me invitó el presidente de la fundación Sabino Arana, Juan Mª Atutxa.
Por cierto, ¿ha ido a ver algún partido del Athletic?
Sí, varios.
Y, ¿ha sufrido?
Yo cuando fui no. Recuerdo en una ocasión en que nos invitaron al obispo de San Sebastián y a mí, porque aquel día jugaba la Real aquí, y perdió. Al final, los periodistas, nos preguntaron qué nos había parecido y qué nos parecía el resultado. Yo lo tuve muy sencillo, pero Don Juan María lo tuvo bastante complicado y salió del trance como pudo.
Don  Juan María lo tuvo más complicado porque estaba en Donosti pero el es del Athletic.
Sí, entonces tenía que combinar, el corazón, con la cabeza, con la obligación, los sentimientos, etc.
Gracias por estar con nosotros, por habernos acompañado, por estos quince años y esperamos su visita.
Si, gracias. Muchas gracias a todos y saludo a todos. Descargar audio de la entrevista