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05.11.2013

Pon en juego el corazón… “Engánchate a la solidaridad”

Mañana se celebra la jornada diocesana anual a favor de Gizakia-Proyecto Hombre. Su responsable diocesana, Estibaliz Barrón comienza su presentación de la jornada agradeciendo el apoyo a todos los colaboradores “sin los cuales la financiación de numerosos planes sería imposible”.

Hace poco más de un mes, en su Memoria de Actividades de 2012 alertaban de la cronificación de la adicción y la dependencia y hacían un llamamiento a las instituciones para que sigan manteniendo activas las políticas de inclusión y los recursos. “Desde Gizakia, entendemos –explicaban en la Memoria- que una sociedad solidaria es una sociedad que no deja a nadie atrás». Destacaban que la actual situación económica dificulta la puesta en marcha de estos recursos “pero es algo que debemos tener presente si de verdad queremos facilitar la inserción de un número nada desdeñable de personas y prevenir fallecimientos evitables, que están aumentando: En 2011, en el País Vasco, la tasa de mortalidad por reacción adversa a las drogas fue la más alta desde 2006 para hombres y la más elevada de la serie histórica para mujeres (desde 1998)”, así como que las sucesivas encuestas del CIS muestran que el problema de “las drogas” sigue cayendo en el ranking de las preocupaciones de los ciudadanos frente a la situación del desempleo y la omnipresente crisis económica. De hecho, según la encuesta Euskadi y Drogas 2012, la percepción social respecto a la gravedad del riesgo de las diversas drogas es la más baja de toda la serie histórica desde 1992 (salvo, curiosamente para el tabaco).
Estibaliz Barrón concluye su carta de presentación de la jornada, destacando que la solidaridad siempre dignifica, pero en este momento es aún más meritoria. “Dar lo que nos sobra cuando todas nuestras necesidades y nuestros caprichos están satisfechos es una buena acción. Dar cuando no nos sobra renunciando para ello a algunas cosas nos engrandece y sobre todo nos hace más humanos en el sentido mejor de la palabra. En el sentido de la hermandad, de la comunión espiritual con nuestros semejantes. En este caso, se trata, además, de mostrar solidaridad con organizaciones que atienden a las personas que tienen las mayores dificultades para acceder a otros programas o a otras ayudas. Los últimos de la fila, podríamos decir. Ellos nos apelan. No podemos cerrar los ojos”.