El equipo formativo del Seminario lo componen, como el curso pasado, Ignacio Fernández Méndez (rector) Miguel Vera Artárcoz (director de estudios) y Manu de las Fuentes Calzada (director espiritual). Hay dos seminaristas en la etapa configuradora (2ª Fase): Gaizka Egaña Peña, en la Unidad Pastoral (UP) Gobela Galea (Algorta) y Patxo Ateca Camiruaga, en la UP Arraizpe-Rekalde y un nuevo seminarista en la etapa discipular (1ª Fase): Roberto Carlos Barón García. Además, otra persona se encuentra en discernimiento vocacional.
Compromiso
El obispo, en su homilía pidió honestidad. Vivimos -dijo- en una cultura del «usar y tirar», de apostar hoy por esto y mañana por algo muy distinto, de dejar todas las opciones abiertas y no profundizar ningún camino. “El compromiso a largo plazo suena a chino. ¿Entregarse de por vida? Una locura. Y, sin embargo, aquí estamos, celebrando a quienes si quieren tomarse en serio la propuesta de Jesús de dejarlo todo para seguirle y entregarse de por vida”.
También señaló que tenemos gran capacidad para descubrir defectos y contradicciones en otros, “para identificar sus ofensas, sus contradicciones, el daño que han hecho, la distancia entre lo que dicen y lo que hacen. El único problema -matizó- es que esa capacidad crítica no es tan afilada cuando nos juzgamos a nosotros mismos. La mayoría pensamos que no somos tan malos. Y por eso nuestra conciencia de haber sido perdonados es muchas veces más bien débil”.
«Seminaristas, asamblea creyente: nuestra misión no es la de jueces, sino de testigos. Testigos de un amor que perdona «setenta veces siete». ¿Cómo vamos a transmitir la verdad sanadora del perdón si no experimentamos primero esa misma sanación que se inicia con el reconocimiento de lo que verdaderamente somos? ¿Y cómo vamos a sentir el agradecimiento por el perdón si nosotros mismos rebajamos nuestra exigencia de santidad a un nivel mediocre?».
Pidió que cada uno reconociera sus debilidades “No para hundirnos, sino para elevarnos. El pecado es real, es fuerte. No lo banalicemos. Pero la gracia… la gracia sobreabunda y es más fuerte. Y nunca escasea para aquellos que la buscan y luego dejan espacio para que dé fruto”.
Nueva oportunidad
Para Segura este nuevo curso es una oportunidad, “no la desaprovechemos con rutinas con poco sentido o expectativas mediocres. Pongámonos metas que realmente fortalezcan nuestra fe, para que también un día escuchemos lo que aquella mujer oyó: tu fe te ha salvado”.
Concluyó deseando que este año sea el de un nuevo despertar. “Un despertar a la gracia que se nos regala, al perdón que nos libera, al amor que nos transforma. Salgamos de esta eucaristía tal dispuestos a dejar que la gracia pueda hacer su trabajo. Dejemos que el amor de Dios, ese amor que no lleva cuentas del mal, nos empuje y nos haga avanzar en nuestra unión con Cristo. Porque al final, lo único importante no es cuánto damos, sino cuánto nos dejamos amar y transformar por Dios. Lo demás, nuestra respuesta, vendrá por añadidura”.