El presidente del Athletic-Club matizó aún más el discurso en el que contestó la razón por la que «un club que pertenece a una sociedad laica» sigue acudiendo a esta cita ineludible en su calendario. «Sin lugar a dudas, las cosas han cambiado mucho desde entonces. También esta misma tradición». Prosiguió diciendo que en nuestra época la transformación es constante, «porque lo que un día es moderno, al siguiente ya es antiguo. Algo que también afecta a las costumbres y a las tradiciones». Siguió su discurso aseverando que todo cambia y preguntándose si habría sobrevivido a tanto cambio «si no viviéramos el Athletic como un legado, como una herencia transmitida entre generaciones». «Debemos mucho a nuestros padres y madres -prosiguió- nos dieron un regalo que recibieron de sus antepasados y que nosotros también daremos a nuestros hijos e hijas. Y nos lo dieron porque se sentían orgullosos, sentían que el Athletic con su filosofía nos representaba y merecía la pena que así fuera y así seguirá siendo». Señaló que el acto es un homenaje a «los que comenzaron esta cadena» a quienes «prendieron la llama de esta antorcha y que hoy portamos entre todos». Finalizó destacando que hace 88 años estuvieron «pidiendo a la Amatxu de Begoña lo mismo que ahora pedimos nosotros: que nunca nos falte ni el compromiso ni el orgullo y de la fe en el Athletic».
El presbítero José Luis Achótegui les recibió en el santuario y les encomió a realizar “una buena oración” que se resume en “agradecer, pedir y ofrecer”. El agradecimiento a la Amatxu por “acompañar las jornadas de entrenamiento y competición”, la petición para que “sepamos guardar con tu ayuda la fidelidad a las reglas de juego de un deporte tan hermoso y humanizador” y ofrecer “lo mejor de nuestras capacidades deportivas”.