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26.07.2011

San Justo dispondrá de una nueva campana

Han fundido una nueva campana para la ermita de San Justo, Zeanuri, en unos talleres de Cantabria. Se bendecirá el domingo 7 agosto, fiesta de la ermita, a las 11:30 y, posteriormente, se celebrará la eucaristía. La campana lleva la siguiente inscripción en bronce: Justo eta Pastor Santuak. Otzerinmendiko Kofradia, y la fecha del día de la bendición.

Tal y como explican en la página web Arratia tk, “esta campana sustituye a la tradicional que fue robada con nocturnidad de esta ermita”. Los miembros de la Cofradía de Otzerinmendi no se quedaron de brazos cruzados y acudieron a los maestros artesanos de Gajano, Cantabria, para encargar otra campana de características similares a la sustraída. La nueva, fundida en bronce, pesa 43 kilos, y una boca de 40 centímetros de diámetro y 46 centímetros de altura.
En contadas ocasiones se celebra la bendición de una nueva campana. Todas las personas que se acerquen a la ermita de San Justo el domingo 7 de agosto, a partir de las 11.30 podrán acompañar al párroco de Zeanuri en esta labor. Por miedo a los robos en la zona, la campana se retirará de su sitio y quedará en un lugar seguro.
Tras la misa, los asistentes, tendrán la oportunidad de degustar el barauskarria o pequeño refrigerio consistente en vino blanco y galletas que reparte el mayordomo y “de disfrutar del placer de la conversación despojado de la prisas y de la impaciencia, de comer en el paradisíaco robledal de la Cofradía, y por la tarde podrán participar en el campeonato de bolos y contemplar el viejo horno de cal en funcionamiento”, explican en la página.
La campana, el Internet de antaño
La costumbre de la campana y su uso es ancestral. Sus toques y repiques han sido un buen instrumento de comunicación durante siglos. Marcaba el ritmo del día y del año, anunciaba reuniones, misas, incendios o fallecimientos. Según el arte del campanero el vecino ya sabía si el muerto era varón, mujer o niño. Se han perdido muchas costumbres, dicen que el oficio de campanero se acaba, pero todavía la campana nos ofrece su alegría.