Han participado alrededor de 25 personas, todas ellas con responsabilidades en el área de la pastoral de juventud en nuestra Diócesis “ha sido –explican- un espacio muy interesante para ir dialogando y configurándonos ante la realidad juvenil de nuestras parroquias y ante el Sínodo que tendrá lugar el próximo mes de octubre”.
En la sesión del mes de enero estuvieron acompañados por Francesc Torralba (profesor de Filosofía en la universidad Ramon Llul. Barcelona), con el que trataron el tema de “La experiencia de construcción por los jóvenes de sus itinerarios de vida”. La sesión de febrero corrió a cargo de Lola Arrieta (religiosa carmelita vedruna), que dirigió el tema “¿Qué aporta la dimensión vocacional? ¿Cómo resulta significativa? ¿Cómo acompañarla?”.
En abril, se propusieron concluir el simposio “dibujando convicciones de acción amasadas desde nuestra experiencia”, explica Jorge Muriel, uno de los organizadores. “Dividimos la sesión en tres partes. Cada uno de los tiempos, respondiendo a una etapa del proceso evangelizador de los jóvenes». El primero, corresponde con la convocatoria, el segundo, con la Iniciación cristiana y el tercero, el del seguimiento de Jesús en el proceso de inserción en la vida adulta:
Belén Rodero, desde la experiencia de pastoral con adolescentes de la Unidad Pastoral de Sestao, presentó la primera parte, con unas preguntas claves ¿qué ingredientes debe tener la convocatoria para que pueda ser base y puente para la iniciación cristiana? y¿qué condiciones determinan la continuidad? “Reflexionamos –explican- sobre la convocatoria a los jóvenes, lugares de encuentro, las necesidades de adolescentes y jóvenes, experiencias convocantes, lo que hemos de cambiar, el servicio al crecimiento humano de la persona, plataformas de convocatoria, experiencias singulares, el grupo, el aprendizaje-servicio, la interioridad y actitudes y estilo de los educadores”.
La segunda parte a cargo de Esther Crespo, desde la experiencia de los procesos evangelizadores de jóvenes de las vicarías IV-V cuestionaba sobre ¿cómo pasar del surfeo al buceo? ¿cómo impulsar la dimensión vocacional? ¿cómo insertar en estos procesos o cómo articular desde ellos una iniciación en la integralidad de las dimensiones de la vocación cristiana? ¿cuáles son las condiciones determinantes para la vocacionalidad? “La iniciación cristiana –dicen- se realiza por caminos diversos, catecumenados, iniciaciones de movimientos y comunidades, …. ser monitor, también ser catequista, una militancia, un voluntariado, … constituyen experiencias fuertes que implican a la persona y que la hacen configurarse en sus opciones y estilo de vida…”
La tercera y última parte a cargo de Javier Oñate, desde la experiencia de la parroquia de San Pedro de Deusto y anteriores, como Sal y Luz, trató el tránsito de los procesos de juventud a la vida pre-adulta como lugar de asentamiento o de alejamiento de la vocación cristiana. Los lugares de la experiencia: experiencia laboral, relación de pareja, tránsitos de amistades. Vocaciones laicales, ministeriales, religiosas. Hábitos personales: oración. El discernimiento. La lectura creyente de esta experiencia. El acompañamiento personal. Claves. Actitudes del acompañante.
