En Notre Dame hay dos órganos, el del coro y el de tribuna. Trabajan en diálogo en la liturgia. El del coro se usa casi tanto como el de tribuna en las misas y al estar situado debajo de la nave central, parece ser que se ha quemado y se ha inundado por completo. Al de tribuna le ha llegado agua, pero no se ha inundado. Debe tener restos de hollín y de polvo, por lo que va a tener que ser desmontado y tiene arreglo. El del coro, de Merklin, todavía no me atrevo a decir nada definitivo, pero creo que se da por perdido.
El de tribuna es un Cavaillé-Coll, ¿como el de Begoña?
El de París es de 1867. El de la basílica de Begoña es de 1884, un poco posterior. Este tiene dos teclados y 15 registros y el de Notre Dame es tan famoso porque tiene cinco teclados de 56 notas, un pedalero de 32 y 130 registros, casi 8.000 tubos, de los cuales mil son de madera y el resto de una aleación de plomo y estaño. Es un órgano que tiene un ordenador en su interior para hacer diferentes combinaciones de registros. Ha sido restaurado entre 2012 y 2014 y ha sufrido diferentes transformaciones. Lo valioso del órgano de Begoña es que está prácticamente en estado original. El de Notre Dame ha sufrido una electrificación y la consola original no se utiliza. La que se toca actualmente es la del año 2012.
¿Cómo viviste la jornada de ayer?
Casualmente daba un recital en Santander dentro del ciclo de Música religiosa y una hora antes me empezaron a llegar todas las noticias. Como participo de varios grupos de organistas me llegaban todo imágenes y vídeos. Hubo momentos del concierto que me venía el pensamiento a la cabeza. Como el repertorio era de música francesa lo viví como un pequeño homenaje y mi pensamiento con ellos ya que a algunos los conozco. Nos solidarizamos todos porque aparte del valor patrimonial que tiene el órgano, para nosotros es mucho más que un instrumento. No hay palabras, la verdad.