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28.08.2013

“Tuve hambre y me dísteis de comer”

Los franciscanos de Iralabarri y los voluntarios que colaboran en el comedor social no están de vacaciones. Siguen atendiendo a la gente necesitada y ofreciendo 200 menús diarios, con la salvedad de que este mes han sustituido las cenas por bocadillos. La actividad volverá a su rutina habitual a partir de septiembre y abrirán el Comedor a las 19,30 horas para que los usuarios además de compartir la cena dispongan de un lugar de encuentro.

El comedor social San Antonio de Iralabarri nació hace 59 años por iniciativa de un grupo de seglares franciscanos. El perfil de los usuarios ha cambiado significativamente a lo largo de los años, tal y como nos manifiesta el coordinador Toño Pérez. Al inicio, la mayoría de las personas que acudían al comedor eran niños o familias que se llevaban la comida a casa. En la década de los 70 los transeúntes, parados y las personas con adicciones eran los usuarios más habituales, “eran los años de la reconversión industrial y el servicio lo acusaba”.
El año 1982 se contrataron los servicios de un cocinero y se realizó una obra en el Comedor. “Eran los años en los que creció la demanda y se comenzó a coordinar con Cáritas. La Diputación se prestó a financiar parte del presupuesto”.
Toño destaca que, actualmente, el Comedor “es un auténtico abanico de culturas y razas”. Los inmigrantes suponen más del 70% del total de usuarios pero también hay gente autóctona que está acudiendo al comedor durante décadas “porque para algunos, prácticamente somos su familia”. La semana pasada falleció una persona que venía al comedor desde hace 50 años. “Logramos que los últimos meses estuviera en una residencia y que se reuniera con su familia antes de morir”, relata con emoción contenida.
Los voluntarios que atienden el Comedor habitualmente son alrededor de cien pero el número se incrementa hasta 250, sumando los que acuden esporádicamente. Algunos centros escolares incluyen el proyecto del Comedor a sus alumnos de bachiller y también colaboran personas que provienen de los campos de trabajo o algunas otras que realizan los turnos de los fines de semana.
Cada usuario con su tarjeta
Los usuarios antes de acceder al Comedor deben solicitar la tarjeta expedida en el ayuntamiento y una vez recogida, respetar las normas que rigen el espacio. “Aunque alguna vez hemos tenido algún altercado, normalmente las personas que acuden se portan correctamente”. Si en algún caso transgreden las normas se les castiga sin la tarjeta durante algunos meses. Esto no supone un problema “grave” para ellos ya que siempre hay “algún hostelero” o gente de buena voluntad que les ayuda.
Toño advierte que el verdadero problema se da en los pisos, ya que hay cada vez más familias que no se atreven a acudir a los Comedores Sociales pero tienen muchas necesidades. Los franciscanos de Iralabarri están atendiendo a unas 70 familias en sus casas. “Les ofrecemos la comida que nos llega del Banco de Alimentos, de fabricantes de yogures o algunos excedentes que nos van llegando». Los alimentos provienen desde los lugares más insospechados, “a veces nos llegan los bocadillos que han sobrado al finalizar una marcha de montañeros o las sobras de una alubiada”. En ese caso los “sacramentos” son un problema, ya que la mayoría de los usuarios no comen cerdo y los frailes respetan con “rigor” las costumbres y religiones de todos los que acuden “porque dando es como se recibe”, tal y como decía San Francisco de Asís.
Red Asís Sarea
Además de atender el Comedor de Irala, otra labor que coordinan los franciscanos pastoralmente es la red social “Red Asis”. Se trata de una iniciativa abierta a las personas que quieren conocer o compartir en su vida cotidiana los principios de la espiritualidad franciscana.
Las personas que participan en esta red comparten una carta con textos y oraciones y los últimos jueves de cada mes se celebra un encuentro de “silencio, recogimiento u oración” que se acompaña con los textos trabajados.
Los participantes de la Red celebrarán su reunión mensual hoy, a las 19.30 horas, en la capilla de la iglesia de los Franciscanos de Irala.