Unas 80 personas de la Diócesis participarán en el Encuentro Mundial de Familias

¿En qué consiste el viaje?
Es encontrarte gente cristiana de todas las partes del mundo y poder convivir unos días de una forma distinta. Al igual que en otras ocasiones, tiene dos partes diferenciadas. Los primeros tres días se celebra el Congreso Mundial de Familias, en el que hay diversas exposiciones. Cada cual elige la que le interesa y hay además celebraciones conjuntas. El fin de semana se celebra el encuentro mundial de familias, al que normalmente acude el papa, aunque este año todavía no está confirmado. El Festival de Familias se celebra en un campo de fútbol. Allí, diversas familias cuentan su experiencia y se jalona con algunas actuaciones.
El encuentro finalizará el domingo 26 de agosto, con una misa, en la que otros años nos hemos reunido cerca de un millón de personas.
Desde la Diócesis ¿quiénes vais a estar?
Está abierto a todo el mundo. De momento hay apuntadas unas 75 personas, pero el número puede incrementarse. Vamos gente de vicarías, laicos, curas, seminaristas, familias, niños… de variadas procedencias.
¿Qué expectativas tenéis?
Cuando llegas al lugar todo se transforma en frutos. Alimentas tu fe, ves que hay gente como tú haciendo lo mismo, que le importa esto, que quiere construir un reino de Dios mucho mejor y es bonito convivir con familias y personas de otras nacionalidades.
Hay gente distinta, pero nos une lo mismo y eso te sobrecoge. Tanta gente por hacer un mundo mejor y tantos seguidores de Jesús. Se juntan varios factores: la formación, lo celebrativo que también es muy importante, pero luego está también la convivencia. Se habla y se comparte mucho, es una experiencia muy gratificante. Te cuentan experiencias en lugares en los que los cristianos están perseguidos…
¿Se prepara el Encuentro con anterioridad?
El lema de este año es la Alegría del Evangelio basado en la familia. Se intenta recoger el alma de lo que está en la Exhortación Apostólica y se trabaja en grupos antes de ir. A la vuelta, se ven los frutos. Intentamos plantar la semilla de lo que hemos vivido y compartir la alegría de estos Encuentros. No queremos que quede como algo anecdótico, ni que sea turismo religioso, sino que se note lo que hemos compartido.