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15.09.2011

Xabier Mendiguren, sobre Biblia y euskera

El profesor, teólogo y traductor Xabier Mendiguren ofreció ayer en el Seminario de Derio una conferencia titulada “la Biblia y el euskera” en el marco del 26 Congreso de Archiveros. La clausura oficial del Congreso se realizará hoy en la Catedral a las siete y media de la tarde con la celebración de una misa.

¿De dónde le viene esta pasión por estudiar e investigar la Biblia?
En su día, me concedieron una beca para redactar una breve historia de la traducción en el País Vasco. Al realizar ese trabajo me di cuenta, de que la Biblia tiene un espacio importante. Entonces comencé a tomar en consideración dicho tema. Posteriormente, nosotros, desde la escuela de traductores, publicábamos una revista y escribí en la misma varios artículos relacionados con la Biblia. En la escuela, siempre hemos tenido como referencia la Biblia a la hora de comparar diversas traducciones. Por otra parte, cuando estudié esperanto, estuve en contacto con unos protestantes suecos y me enviaron la Biblia traducida al esperanto. Así, comencé a recopilar biblias escritas en distintos idiomas. Me han valido para leerlas, ojearlas de vez en cuando y analizar diversos modos de traducción. En la actualidad, continúo recopilando artículos o textos que se escriben sobre la Biblia.
Desde los comienzos con Leizarraga, en 1571, hasta la época de apertura tras el Concilio Vaticano II y hasta la época actual ¿ha tenido muchas traducciones la Biblia?
La unificación del euskera comenzó en la segunda mitad del siglo pasado. Esto resultó ser muy importante cara a la apertura. En vizcaíno, fue Jaime Kerexeta quien más lo trabajó. Por otra parte, surgió un proyecto común entre protestantes y católicos y llegó la hora de unificar la Biblia. Al mismo tiempo, creé una escuela de traductores a petición de Euskaltzaindia. Entonces presentamos numerosas publicaciones y artículos en torno a la Biblia. Se puede decir que en esa época surgió un ambiente propicio.
Actualmente, existe una gran unión. Cada vez se conocen mejor los textos originales y bien sea un protestante o un católico quien haga la traducción apenas hay diferencias. Se ha producido un proceso de unificación tanto ideológico como mental.
¿Qué predomina hoy en la traducción de la Biblia, la lealtad con el texto original o una mayor libertad?
Los primeros traductores temían cambiar la palabra de Dios pero el verdadero problema es cómo hacer entender a la gente lo que dice Dios. Con el paso del tiempo, ha cambiado la óptica. Es decir, se ha adecuado del formato original a un formato para los lectores. Por ejemplo, eso fue lo que se trabajó en el seminario de Aranzazu. Es necesario interpretar todos los textos. Ahí radica el cambio. Por eso se dice que, también en la Biblia, cada diez años está justificada una nueva versión, porque la misma lengua se va modificando. En cada generación hay que volver a traducir los clásicos ya que la lengua está en constante movimiento.
De cara al futuro, ¿qué queda pendiente de analizar?
En general, lo más importante está analizado. Las reacciones de los receptores actuales de la Biblia resultan demasiado cercanas. Por ejemplo, sabemos que el texto de Leizarraga no llegó adecuadamente a los destinatarios. Otros, en cambio, como ocurrió con el príncipe Bonaparte, tenían como objetivo el disfrute particular. Por tanto, no es suficiente realizar la traducción, hay que analizar sus consecuencias.
¿Cuándo comenzaron los traductores a tener realmente en cuenta a los destinatarios?
En torno a mediados del siglo pasado, los frailes de Aranzazu y los benedictinos de Lazkao y Belloc comenzaron a difundir la Biblia con verdadero sentido. Tras el Concilio Vaticano II se vio claramente que había un material importante y que había que difundirlo entre la gente.
¿Qué importancia tiene la Biblia en la cultura actual?
La cultura occidental se va empobreciendo a medida que pierde los pilares de la Biblia. Entre los libros que habría que salvar necesariamente, sin duda se encuentra la Biblia. Don Quijote y Shakespeare pueden ser discutibles para algunos, pero en el caso de la Biblia no hay discusión. También en lo referente a la cultura vasca, es necesario analizar la Biblia para interpretar mejor nuestro pasado. El latín, el griego y el hebreo son importantes para conocer nuestros sustratos culturales.