“Me llamo Patri y tengo 18 años, nací en Cruces, Barakaldo y he vivido aquí con mi familia toda mi vida. (…). Mi madre lleva estando presente en la parroquia desde que tengo uso de razón, así que yo de pequeña me pasaba horas y horas por la parroquia. Recuerdo pasar tardes enteras en los locales y en el templo con mi madre, escuchándole hablar de temas que yo aún ni podía empezar a entender, pero también recuerdo pensar: yo de mayor quiero estar aquí igual que toda esta gente. Y parece ser que ese pensamiento no se ha ido, porque aquí sigo y cada vez con más ganas de continuar. (…). Gracias al hecho de haber tenido diferentes acompañantes he ido recibiendo diferentes puntos de vista sobre el estilo de vida de la JOC y he ido creyendo cada vez más en los objetivos y propuestas de este movimiento, sintiendo cómo cada vez es más parte de mi día adía. Sin embargo, hay un detalle que llevo intentando desde que entré y aún no considero haberlo logrado: llevar el estilo de vida de la JOC a mi vida y ala de los que me rodean. Y por eso, ahora me comprometo con la JOC, digo si a seguir perteneciendo a este movimiento y a que el movimiento pertenezca a mi vida. Me comprometo a que lo trabajado no se quede en la casa del campamento, sino que vuelva conmigo a mi realidad y pueda tener en otras personas el efecto que tiene en mí.
Soy Ethan, un joven de Bilbao. Soy hijo de trabajadores, mi padre es ferroviario hijo de ferroviario, al igual que mi abuelo, y sindicalista de Renfe, y mi madre, estudió estética y cosmética para dedicarse al mundo del maquillaje y modelaje, aunque terminó enfocándose al cuidado de la piel. (…). Decidí seguir mi recorrido hacia un movimiento joven, la JOC. Una vez dentro, me dí cuenta de que tiene algo muy único: te hace sentir que estás en familia, la gente es de confianza y puedes aprender mucho de todo el mundo. No tengo dudas en cuanto a mi compromiso ni mi decisión, pues quiero compartir con más gente la oportunidad de aprender y reflexionar que me ha brindado a mí. Gracias a la JOC, los últimos años he vivido con mayor intensidad muchos aspectos de mi vida. He dedicado más tiempo a los que me rodean y acompañan en mi camino y he enfocado mis energías a mis pasiones, mis pensamientos y mis proyectos. Ya que creo que tengo mucho que aportar al movimiento y mucho que seguir aprendiendo de los compañeros, veteranos y nuevos integrantes, he decido dar el paso a la militancia.
Mi nombre es Nagore, tengo 19 años, nací en Ermua pero vivo en Zorroza con mi familia de acogida desde hace 11 años. He crecido en una familia en la que la fe y la JOC siempre han estado muy presentes. Tomás y Cris tienen la JOC como estilo de vida y me lo han ido inculcando en cada charla y discusión que hemos tenido. El ver, juzgar y actuar es el pan de cada día y con ello he aprendido a tomar decisiones aplicando esa misma regla. A ser capaz de pararme a pensar y reflexionar las cosas y ver como mis decisiones también pueden repercutir al resto. Todo lo que la JOC y los que la forman, me ha enseñado quiero transmitirlo y que otra gente pueda conocer este estilo de vida. Es por eso que hoy decido dar el paso junto con mi equipo para poder compartir todo lo que he aprendido y siento que me ha ayudado. Hoy también me comprometo con el movimiento de forma oficial con el fin de que esta crezca y mejore.
Me llamo Pablo, tengo 19 años, resido en Bilbao, en el barrio de Zorroza, actualmente estudio un grado superior de Gestión forestal y de medio natural, orientado principalmente al empleo. Mi familia consta de 4 personas, mis padres y mi hermana menor. Mi madre trabaja en el sector sanitario y mi padre en la industria, por lo que consideraría una familia obrera. La JOC la conocí en un grupo llamado Gaztenahiak. La JOC me ha aportado un sitio donde poder trabajar temas de la sociedad, donde poder escuchar a la gente, ganar experiencia y poder hablar con los compañeros de cosas que nos preocupan del día a día. Me he decidido a hacerme militante, para poder tener una acción más profunda en el grupo y poder trabajar de una forma más activa.
Me llamo Irati y tengo 18 años. Soy de Cartagena, Murcia, pero llevo desde los 7 años aquí, en Cruces. (…). La JOC ha sido y es mi segunda familia. Nos reunimos los domingos y, aunque sólo sea una ‘horilla’, es el momento de la semana en el que más desconecto y más me desahogo de todo lo que me viene pesando durante los 7 días anteriores. Es el momento donde me siento totalmente libre de compartir mis inquietudes y mis alegrías. Dónde sé que la gente me va a escuchar con la misma emoción con la que yo cuento mi vida, al igual que yo les escucho a ellos como si de mi vida se tratase. Y por eso estoy hoy aquí, para decir que sí, que quiero seguir en la JOC, de manera oficial. Para comprometerme con el movimiento, para poder hacer de este algo mejor, para poder llevar el estilo de vida jocista a mi entorno y para poder ser parte de ella por mucho más tiempo”.
Desde Aluche
Además de los testimonios de Ethan, Pablo, Irati, Nagre y Patri, también nos ha llegado el de Adrián, de 22 años, que estudia nutrición en la UCM y vive en Aluche, un barrio obrero del sur de Madrid: “Lo que más me llamó la atención del movimiento fue que me llevó a la acción desde el primer momento, alejándome de esa predicación vacía que tanto me duele. (…). Desde entonces, cada militante me ha hecho sentir esa frase de la que tanto hace gala la JOC que dice algo así como que un joven trabajador vale más que todo el oro del mundo por el simple hecho de ser Hijo de Dios. Con este paso quiero afianzar mi llamada a estar junto a los y las jóvenes de la clase trabajadora: mis compañeros y ex compañeros de clase que iban y venían según el trabajo de las familias o que tenían que trabajar para poder estudiar, los de fútbol cuando jugaba en el Pozo del Tío Raimundo con la precariedad en sus estructuras familiares, mis amigos y amigas y sus primeros pasos en el mundo laboral, mi pareja y su atención hacia los que más ayuda necesitan, mi familia que tanto me inculca que no olvide mis raíces a pesar de las facilidades que me hayan podido dar y que me ha educado en el concepto de solidaridad obrera con las puertas de mi casa abiertas a todo aquel que quisiera invitar ofreciendo todo lo que tenemos (no lo que nos sobra). En definitiva, todas las personas que hacen que afiance mi conciencia de clase, pese a que ni ellas se reconozcan dentro de la misma. Por supuesto, no solo a los que tengo a mi lado, sino a todos los jóvenes que me queda por conocer de esta generación a la que abanderan como “hijos de la crisis”. Creo en la utopía de la consecución de la construcción del Reino de Dios en la tierra, que quiero ser un obrero más poniendo mi vida al servicio de los demás como Jesús, especialmente los jóvenes de la clase trabajadora y que la mejor herramienta para hacerlo es la JOC”.