Dos claves han guiado este proceso que han llevado a cabo, buscar la dignidad de las personas y su autonomía a la hora de satisfacer sus necesidades alimenticias y lograr que esta ayuda no se haga de manera estigmatizadora, paternalista es fundamental “la persona tiene que ser el centro poniéndonos en su lugar para pensar cuál es la manera más digna se realizar la ayuda. Que las personas destinatarias se sientan autónomas, con poder de decisión, es una situación lo más parecida posible a una compra normalizada etc.”
En la parroquia explican que, desde el descubrimiento de la sensibilidad por el medioambiente y la ecología y ayudados por la encíclica “Laudato Si”, quieren enfocar el problema de la alimentación desde la perspectiva del despilfarro y el daño medioambiental que provoca la mala gestión de los alimentos y de otros productos, en la larga cadena desde su producción hasta su consumo. “El objetivo –explican- no es la compra de productos para entregar, es mejor que las personas puedan disponer, a través de entidades y/o administraciones públicas, de ingresos para realizar sus compras”. Lo que se busca es aprovechar las mermas, es decir, todos los productos (no solo de alimentación), aun consumibles, que las cadenas de distribución y tiendas tienen que retirar por pequeños defectos en el embalaje, fechas límites próximas, exceso de stock etc.
Reduciendo el despilfarro se ayuda a las personas necesitadas complementando su cesta de la compra
Productos que acabarían en la basura son aprovechados por las personas que atienden las entidades con las que colaboran, centrados en esa labor de ayuda alimentaria y replanteando el proyecto desde estas claves nace: MER+ «Gestión solidaria de mermas y alimentos, con la participación y dedicación de 50 personas voluntarias se recogen mermas semanalmente, en unos casos tres y en otros cinco días en 5 supermercados y 4 hipermercados de la comarca de Uribe Kosta y Margen Derecha, 10 comercios locales de Algorta y el Banco de Alimentos de Basauri provenientes de centros comerciales y empresas de Bizkaia».
Las personas voluntarias disponen de bolsas-nevera para hacer el transporte cuidando en todo momento la conservación de los alimentos que organizan en el almacén de Algorta donde disponen de cámaras frigoríficas, arcones congeladores, neveras y congeladores expositores, estanterías, zona de manipulación de alimentos con fregadero y todo lo necesario para conservar los productos y facilitar su distribución y cuatro veces a la semana las personas destinatarias retiran los alimentos y productos que necesitan. De esta manera las personas destinatarias recogen los alimentos sin guardar colas ni estar expuestos en la calle a la exposición pública, “se busca la discreción y el respeto a la intimidad” y eligen y cogen ellas mismas los productos que necesitan, “se les informa y aconseja sobre el aprovechamiento de los alimentos, por ejemplo, dando ideas para conservar, cocinar etc., pero siempre respetando su derecho de elección. Uno de nuestros lemas es “coge lo que necesitas y piensa en los demás”. Así se fomenta su autonomía y que la experiencia de retirada de productos sea lo más próxima posible a una “compra”. Se naturaliza el proceso para hacer menos difícil el hecho de tener que recurrir a una ayuda.
“La experiencia –concluyen- es muy positiva, por la calidad en la atención a las personas, por la ayuda de alto valor alimenticio y económico que suponen las mermas para ellas y por la implicación activa de las personas voluntarias”. La situación del Covid ha hecho aumentar el número de personas derivadas desde las entidades sociales colaboradoras, pero también ha habido una respuesta solidaria por parte de mucho voluntariado nuevo “que, desde las comunidades cristianas de la Unidad Pastoral, se está implicando y hace posible este proyecto, con la inestimable colaboración de los centros comerciales y tiendas”.