Con la rogativa de Abadiño, Urkiola cierra el ciclo que comenzó en junio en el santuario, con la visita de los fieles de Aramaio. “La que más fieles congrega es la de Arratia – destaca el párroco Ángel Mari Unzueta- que se celebró el sábado siguiente a la festividad de San Antonio”.
La tradición de las rogativas perdura a lo largo de los años, aunque ha cambiado su antiguo significado. Hace unos siglos se pedía por erradicar las sequías, las enfermedades como la peste o para solicitar paz en tiempo de guerra. Hoy en día, los creyentes siguen acudiendo a celebrar rogativas por otros motivos más vinculados a la tradición de la religiosidad popular, pero que son motivo para celebrar y unir a las familias y a las comunidades.
Mañana tendrá lugar la última rogativa del curso cuya tradición data de 1855.