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29.03.2019

Euskaltzaindia rinde tributo a los traductores interdiocesanos de los textos de las celebraciones litúrgicas

La Academia del Euskera homenajeó ayer al grupo interdiocesano que tradujo los textos oficiales en latín tras el Concilio Vaticano II. El acto se realizó bajo el lema ‘Euskararen ibilbidea gure elizbarrutietan: itzultzaileen e(us)karria’ (Trayectoria del euskera en nuestras diócesis: aportación y apoyo de los traductores), ya que este grupo de trabajo hizo una contribución sustancial al idioma, adaptando las traducciones para que fueran del todo asequibles para el “pueblo llano”. Además, fueron un sostén importante para el euskera, también en épocas de prohibiciones. Galería de fotos aquí.

La lista de nombres de sacerdotes y religiosos (algunos de ellos fallecidos, otros siguen en activo) es larga. Todos ellos se dedicaron a la traducción de textos litúrgicos en las diócesis de Bayona, Pamplona, San Sebastián y Bilbao: Pierre Andiazabal; Xabier Diharce Iratzeder; Benoit Olhagaray; Emil Larre; Pierre Xarriton; Arnaud Indart; Michel Idiart; Jean Hiriart-Urruty; Pierre Narbaitz (Bayona); Manuel Lekuona; Anizeto Zugasti; Joan Mari Lekuona; Jose Mari Aranalde; Agustin Apaolaza; Jesus Gaztañaga; Marzelo Gaztañaga; Jose Luis Ansorena; Antonio Sarasola; Jose Agustin Orbegozo; Eustasio Etxezarreta; Dionisio Amundarain; Jesus Mari Arrieta; Ramon Irizar (San Sebastián); Basilio Sarobe; Miguel Plaza; Tomas Otxandorena; Jose Mari Azpiroz; Miguel Azpiroz; Bizente Hernandorena; Juan Goikoetxea (Pamplona); Mikel Zarate; Bitoriano Gandiaga; Karmelo Etxenagusia; Jose Mari Rementeria; Juan Bizente Gallastegi; Jaime Kerexeta; Lontzo Zugazaga y eta Lino Akesolo (Bilbao).

Andrés Urrutia, presidente de Euskaltzaindia, señaló que los traductores reciben el homenaje por su trabajo «una aportación importante a nuestra lengua a modo de traducciones adecuadas y precisas”.

El obispo de Bilbao por su parte, trasladó su reconocimiento y el de los obispos de todas «nuestras Diócesis por vuestra ardua, silenciosa e importante contribución». El Consejero de Cultura y Política Lingüística, Bingen Zupiria, destacó que «hace 50 años quizá no, pero hoy en día precisamos el euskera para infinidad de cosas: para dar conferencias, para escribir noticias, poesía, para completar tesis universitarias, para los programas televisivos y de radio, para las revistas oficiales, para wikipedia, y también para el ámbito digital. Desde esta perspectiva, creo que los religiosos que hicieron las traducciones de los textos litúrgicos en las distintas diócesis nos dejaron una enseñanza ejemplar”.

Primera reunión, en 1967

Los traductores de los equipos diocesanos se reunieron por primera vez en 1967, en Pamplona. A los dos años se creó un único equipo de traductores, que aceptaba el mismo texto pero se publicaba de tres maneras: para Bayona, para Bilbao y para el resto de territorios. Así lo señaló en su discurso el coordinador del grupo, Eustasio Etxezarreta. Además de los textos litúrgicos, la música que acompañaba las eucaristías también cobraba importancia; así, en el grupo de trabajo interdiocesano se componían los himnos y los cantos para las celebraciones.

Desde las doctrinas del siglo XVI hasta los sermones escritos por el sacerdote, natural de Villaro, Pedro Antonio Añibarro, o hasta la época de Euskalzale (primera revista escrita en euskera impulsada por Resurrección Maria de Azkue -primer presidente de Euskaltzaindia-), la Iglesia y el euskera han ido de la mano. Y ese camino ha perdurado hasta la actualidad: el grupo de trabajo interdiocesano continúa realizando traducciones y adecuando los textos a las distintas realidades locales.

Un texto vizcaíno del siglo XVI en el documental

En el acto se presentó un documental de diez minutos promovido por la Mesa de Entidades Culturales de la Diócesis de Bilbao. En el mismo se recoge la relación fecunda que ha habido entre la Iglesia de Bizkaia y el euskera, y se ha podido ver por primera vez una fórmula para la profesión de fe del siglo XVI que utilizó una beata de las clarisas. Podría tratarse de uno de los documentos más antiguos escritos en vizcaino, y se ha encontrado entre los libros y documentos guardados en el convento de San Antonio de Durango. En la actualidad, dicho documento se encuentra en el Archivo Eclesiástico de Bilbao, ya que las religiosas clarisas dejaron su legado bibliográfico y archivístico en manos de la Diócesis, con objeto de preservarlo mejor.