17-07-2024 Miércoles, XV semana - tiempo ordinario
Bizkeliza 5 Portada 5 “Austeridad y solidaridad desde la justicia y la caridad”
17.12.2008

“Austeridad y solidaridad desde la justicia y la caridad”

Los obispos de Bilbao, Ricardo Blázquez y Mario Iceta, han hecho público hoy un mensaje con motivo de las fiestas navideñas, en el que abordan frontalmente la crisis económica en la que ya hemos entrado y realizan una serie de consideraciones sobre la misma. Además de proponer actitudes e iniciativas que abogan por la austeridad, la justicia y la solidaridad solicitan una reforma de estructuras de la vida política y económica “que favorezcan la responsabilidad social y la primacía del bien común y del destino universal de los bienes, contando con acciones y controles públicos legítimos y adecuados”. A continuación reproducimos el documento en su integridad.

Queridos diocesanos:
Nos disponemos a celebrar las fiestas de Navidad, en las que conmemoramos el nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios, hecho hombre por amor a nosotros. Este año lo vivimos en el contexto de una profunda crisis económica que afecta de modo particular a las economías más modestas. Por este motivo, queremos ofreceros unas reflexiones que nos ayuden a vivir estas fiestas conforme a lo que realmente celebramos.
No pretendemos analizar en detalle las causas y el alcance de esta crisis, pero vemos oportuno realizar las siguientes consideraciones.
1. En el origen de la crisis, además de los problemas técnicos, se encuentra la actuación irresponsable e inmoral de un número importante de entidades financieras de ámbito internacional, que han podido actuar de tal modo por la inexistencia de los necesarios controles públicos. Las manifestaciones y efectos de la crisis son tan amplios, profundos e interdependientes que muestran las graves carencias técnicas y morales del sistema sobre el que se construye nuestra economía y, por tanto, nuestro estilo de vida.
2. Si bien no todos somos responsables en igual medida, el alcance de la actual crisis no sería tal si no estuviéramos, de alguna manera, implicados consciente o inconscientemente en la misma. Un desarreglo tan profundo sólo ha sido posible en virtud de una cultura generalizada de búsqueda imparable del bienestar por medio del mayor beneficio en el menor plazo posible. Una cultura así se ve necesitada de profundas reformas, para evitar su deriva hacia una situación social y moralmente insostenible y grave.
3. Como en toda crisis, las principales víctimas están siendo las personas más débiles y desfavorecidas tanto en nuestro propio ámbito como en todo el mundo. Hemos de tener presente que la mayoría de nosotros formamos parte de la minoría del planeta que vive en condiciones privilegiadas en relación a la mayoría de la población mundial que vive en una miseria que violenta cruelmente la dignidad de la persona. Es ésta una diferencia escandalosa que nos debe hacer reflexionar en vistas a instaurar los medios adecuados para una justa y equitativa distribución de bienes. Una política activa y solidaria con los desfavorecidos ha permitido reducir los niveles de pobreza en nuestro ámbito. A pesar de ello, siguen existiendo pobres y víctimas de la exclusión, principalmente entre los inmigrantes, los trabajadores en precariedad y los grupos de población considerados marginales. Mujeres y jóvenes son quienes acumulan más situaciones y riesgo de pobreza.
En estas circunstancias la celebración del Nacimiento del Hijo de Dios adquiere para nosotros una relevancia particular. Por ello, queremos proponer las siguientes actitudes e iniciativas.
1. Una revisión profunda de la cultura del bienestar material como valor supremo y de sus pilares basados en el éxito inmediato y en la satisfacción consumista. Frente a esta cultura, hemos de impulsar un estilo de vida responsable marcado por la austeridad y la sobriedad personal y social. Estas actitudes adquieren mayor relevancia en unos días en los que el despilfarro y el derroche contrastan escandalosamente con el genuino espíritu navideño.
2. La promoción y reforma de estructuras y funcionamientos en la vida política, económica y financiera que favorezcan, en un mundo globalizado, la creatividad y la iniciativa de todos, la responsabilidad social y la primacía del bien común y del destino universal de los bienes, contando con acciones y controles públicos legítimos y adecuados.
3. El desarrollo de la justicia y la solidaridad como exigencia universal de la propia dignidad humana y expresión de la caridad, virtud cristiana fundamental. Para ello es preciso que el Evangelio interpele profundamente nuestro estilo de vida.
En nuestro ámbito más inmediato, tales actitudes deben reflejarse en la promoción y mantenimiento del empleo, en la respuesta privada y pública a las demandas y necesidades de los grupos sociales más vulnerables, en el fortalecimiento de las redes primarias de solidaridad, entre las que sobresale particularmente la familia, en la utilización responsable de los servicios sociales, en el cumplimiento de las obligaciones fiscales y en otros ámbitos e iniciativas. Se trata de construir una sociedad más justa y fraterna, más acorde con la dignidad humana. La comunidad cristiana está llamada, de modo particular, a expresar con su modo de vida el amor incondicional de Dios por cada persona y hacer realidad su mandamiento del amor. Precisamente la Navidad, conmemorando el nacimiento de Jesús en Belén, manifiesta el amor de Dios en la sencillez, austeridad y compasión, así como su amor preferencial por los desfavorecidos, los pequeños, los cansados y agobiados.
La campaña de Cáritas en esta situación cobra un significado especial para la comunidad cristiana. Constituye una buena ocasión para preparar los caminos del Señor, orando intensamente y compartiendo solidaria y generosamente nuestros bienes, para ser así fermento de esperanza. En este sentido, nuestras diócesis han decidido destinar una cantidad adicional significativa para ayudar, por medio de Caritas, a las personas desfavorecidas más afectadas  por la crisis.
A este mensaje de Navidad seguirán otros dos, con motivo de la fiesta de la Sagrada Familia (28 de diciembre) y de la Jornada Mundial de la Paz (1 de enero). Queremos contribuir de este modo a la edificación de una sociedad y un mundo más acorde con la dignidad humana. En especial exhortamos a la comunidad diocesana a vivir este tiempo a la luz y el calor del Evangelio. Así podremos decir con verdad que la Navidad es para nosotros un tiempo de gracia, porque hace presente, por medio de palabras y hechos, la Buena Noticia de la salvación.
Bilbao, 17 de diciembre de 2008
Mons. Ricardo Blázquez
Obispo de Bilbao
Mons. Mario Iceta
Obispo Auxiliar