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22.11.2005

Blázquez confía en alcanzar un acuerdo razonable y duradero en enseñanza

El presidente de la Conferencia Episcopal Española y obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, expresó ayer su confianza en que finalmente pueda alcanzarse un acuerdo "razonable y duradero" en materia de enseñanza, a la vez que expresó la necesidad de volver a "las actitudes de curación de heridas" de la transición.

     Durante su discurso de apertura de la Asamblea Plenaria de los obispos, Blázquez agregó que la Iglesia católica no desea sólo «-y lo deseamos hondamente-» que en la LOE «sea reconocida adecuadamente la asignatura de religión católica» según el derecho que asiste a los padres a elegir la educación que desean para sus hijos y según lo que dicen la Constitución y los Acuerdos con el Estado.

     «Queremos también, y en la medida de nuestras fuerzas nos comprometemos a que la educación, tan vital siempre, tan complicada actualmente y tan postrada en nuestra situación presente, sea mejorada, ya que en ella se decide en buena medida el presente y futuro de nuestra sociedad, de todos nosotros».

     En relación con la polémica sobre la financiación -término que no citó expresamente-, Blázquez enumeró la actividad social que realizan colectivos y congregaciones de la Iglesia con ancianos, pobres, marginados, enfermos, etc, para pedir «que la Iglesia sea contemplada en su totalidad».

     

Al referirse al Plan Pastoral de la Iglesia en España y sobre cuya redacción trabajará el Plenario, Ricardo Blázquez dijo que el Concilio Vaticano II «nos invita a proponer el Evangelio y su verdad amablemente», y a proclamarlo «con atrevimiento y sin miedos, escucha atenta del otro y tomar la palabra con claridad».

Confiamos, dijo, en que la verdad ilumine el corazón de las personas» y que «entre suavemente en el espíritu con la fuerza que le es inherente y propia», y agregó que «para que se produzca este encuentro necesitamos actitud receptiva, ya que las interferencias, los ruidos y las precipitaciones nos dificultan la percepción y la asimilación sosegada».

No queremos actuar en nuestra acción pastoral, afirmó Blázquez, «como a rebufo de las cuestiones que otros introduzcan en la sociedad ni por reacción a las iniciativas del Gobierno, ya que la Iglesia tiene su programa en Jesucristo y su Evangelio presentes en la Iglesia».

Y añadió, reiterando ideas ya expresadas por él anteriormente, que la Iglesia quiere que «cuando tengamos que decir «no», este sea percibido como el reverso de un «sí» grande… El no al aborto es el sí a la vida incipiente y en gestación, el no a la eutanasia es el sí a la vida sumamente debilitada, el no a la violencia es el sí a la paz».

Sobre la cuestión del matrimonio y la familia, dijo que «el no a las rupturas matrimoniales es el sí a la fidelidad, el no a llamar matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo es el sí a la grandeza del matrimonio inscrita en la misma naturaleza humana».

     

«Estamos convencidos de que la familia se constituye por el matrimonio, que es la unión estable de un varón y una mujer, contraída por amor, para la mutua complementariedad y para transmitir la vida. No conviene al bien de la sociedad lo que contribuya de una forma u otra al oscurecimiento o a la «desinstitucionalización» del matrimonio», agregó.

El presidente de la Conferencia Episcopal recalcó, tras mencionar las enseñanzas del Vaticano II, que «la Iglesia quiere continuar siendo en medio de nuestra sociedad fermento de solidaridad, concordia y esperanza».

Y, tras mencionar el período de la transición política, dijo que «estamos convencidos de que la sociedad necesita actualizar y profundizar las actitudes de aquella situación crucial para que sean respondidos adecuadamente los desafíos de nuestro tiempo, respetando la justicia y la solidaridad, la libertad y la unidad, la verdad histórica y las legítimas aspiraciones de un futuro mejor para todos».

Para Blázquez, «aquellas actitudes de reconciliación, de curación de heridas, de empeño por construir entre todos una sociedad justa y respetuosa de las legítimas diferencias, culta y solidaria, tienen que tomar constantemente forma y cuerpo en acuerdos al servicio del bien común».