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14.04.2010

Comunión y Misión compartida

El lunes y martes de esta semana se ha celebrado en Loiola el encuentro bianual de provinciales de las congregaciones religiosas presentes en las diócesis de Bilbao, San Sebastián y Vitoria con los obispos. La reflexión, en la que han participado algo más de cuarenta responsables, se ha centrado en la teoría y práctica de la comunión eclesial.

La primera comunicación, presentada, el lunes, por el claretiano, Xabier Larrañaga, ofreció unas pautas para vivir y comprender una espiritualidad de comunión. Tras constatar dos sensibilidades mayores –una centrada preferentemente en el polo de la unidad y la otra en el de la diversidad o pluralidad–, el ponente expuso el fundamento teológico de la comunión que busca lo afirmado por el Concilio Vaticano II: “la concordia de pastores y fieles en conservar, practicar y profesar la fe recibida” (Constitución Dei Verbum 10). Según un parecer extendido entre teólogos, en estos momentos estaríamos necesitados de una lex communionis que llevara a la Iglesia a ser una unidad comunicativa de los creyentes. Ello requiere una espiritualidad entendida como disponibilidad radical ante el Espíritu, que ayude a todos a depurar intenciones y a vivir el desasimiento y el desprendimiento. A juicio de Xabier, la solución, por decirlo de alguna manera, ha de venir de la audacia de una misión más abierta.

La segunda comunicación, a cargo del vicario general de la diócesis de Bilbao, Ángel M. Unzueta, se centró en algunas cuestiones actuales que inciden en la vivencia de la comunión eclesial. Las diversas recepciones legítimas del Concilio, la pluralidad de respuestas a los retos misioneros, el reconocimiento de la libertad y autonomía de la persona, la identidad de la Iglesia local, el ámbito de la comunicación, el funcionamiento de las instancias de corresponsabilidad, así como el respeto a la estructura jerárquica, sinodal y carismática de la Iglesia, constituyen ámbitos en los que todos estamos llamados a construir la unidad en la pluralidad. Para ello, se vuelve muy necesario definir y abordar con serenidad los problemas, fomentar el diálogo paciente y la escucha honesta, promover la participación en las decisiones, acompañar los discernimientos personales y comunitarios, así como fortalecer la relación de las diócesis entre sí y con las congregaciones.

En el trabajo por grupos y en el diálogo final se subrayaron realidades positivas como la participación en la realización de los planes de evangelización, así como la animación conjunta de la actividad pastoral. Entre las dificultades se apreciaba a veces más yuxtaposición que colaboración, reconocimiento débil de la mujer y lentitud en la búsqueda de iniciativas misioneras innovadoras. Para el futuro se apuntaba la necesidad de crear foros de diálogo y búsqueda conjunta, así como el deseo de mantener el clima dialogante de las jornadas.

Finalmente, se presentaron experiencias relevantes de misión compartida: los grupos de lectura creyente de la Palabra de Dios en la diócesis de San Sebastián, la acogida a mujeres en un programa compartido en la diócesis de Bilbao (Larrondo) por Cáritas y dos congregaciones religiosas y el proceso de convergencia en una única provincia que están llevando a cabo los jesuitas.

Imagen del grupo participante en las jornadas.