En la comparecencia en torno a la pintura religiosa del artista valenciano, se darán a conocer algunos detalles sobre el «uso maestro» de la utilización de la luz y del color. En la exposición del Museo se pueden encontrar dos obras que muestran muy bien esta aseveración.
Destacó, sobre todo al comienzo de su carrera, por sus escenas costumbristas de temática religiosa. Entre ellas sobresalen los interiores de iglesias, de los que son magníficos ejemplos `El beso de la reliquia´ y `Mesa petitoria´, cedidos por el Museo de Bellas Artes de Bilbao para esta exposición.
En `El beso de la reliquia´ el pintor muestra su «gran capacidad para articular una abigarrada composición en la que destaca un hábil dibujo». En una capilla lateral de la iglesia de San Pablo de Valencia, el párroco presenta una reliquia para ser besada por una heterogénea feligresía.
Por su parte, en la `Mesa Petitoria´ se combina «espléndidamente una paleta de colores tierra y grises con los toques de luz generados por las velas», detallan desde el Museo. Obra de carácter esbozado, el cuadro recoge el instante en el que unas mujeres sentadas a una mesa piden y recolectan donaciones y ofrecen artículos devocionales durante el culto.
Pero la exposición va más allá de estas dos brillantes obras de Sorolla. El beso de la reliquia nos acerca al mundo de las reliquias. Devoción popular, creencias, mentalidades…
Las reliquias
El culto a las reliquias se inició ya en los primeros momentos del cristianismo, cuando eran venerados los restos de las y los mártires.
Durante la Edad Media se extendió por todo el mundo cristiano. En un tiempo en el que eran corrientes la inseguridad, la enfermedad, el hambre… la gente buscaba protección y ayuda en los poderes celestiales. Y las reliquias, los restos de santas y santos, se convirtieron en sus intermediarios.
Los relicarios
Las reliquias debían estar protegidas en un estuche adecuado, digno de su contenido: el relicario. Y la exposición Sorolla y las reliquias dedica buena parte de su espacio a mostrar la variedad de estos contenedores.
Sirvan como ejemplo la lipsanoteca de la ermita de San Lorenzo de Ozerinmendi (Zeanuri), que puede remontarse al siglo XII o la mano de plata del Gorputz Santue (Cuerpo Santo) de Errigoiti, una momia natural que ya desde el siglo XVI curaba problemas del habla, como la tartamudez.
Las tipologías son muchas: con forma de cilindro (como la del cuadro de Sorolla) es la de Abadiño, y las hay de tipo custodia (Sukarrieta, Markina), cruz (Berriz), obelisco (Bermeo), pirámide (Lekeitio), templo clásico (Berriz)… Y los materiales: sobre todo los hay de plata, pero también de madera, latón, tejido…
Además, están los relicarios colgantes o las estampitas-relicario, como la que nos muestra una crucecita realizada con madera de un avellano plantado por Santa Teresa.
Unas veces contienen una única reliquia, pero otras son cientos de ellas: «como el del convento de la Vera Cruz de Berriz, que acumula 362, ordenadas además por meses».
Entre las más valoradas están las relacionadas con Jesucristo, especialmente los Lignum crucis, presuntos fragmentos de la cruz en la que fue crucificado. Tres de ellos pueden verse en la exposición, piezas barrocas de los siglos XVII y XVIII procedentes de la catedral de Santiago y de la iglesia de los Santos Juanes (Cofradía de la Vera Cruz) de Bilbao y de la iglesia de San Juan Degollado de Molinar, en Gordexola.
Un capítulo especial merecen las reliquias de contacto: objetos que han tocado a las y los santos. En la exposición pueden verse algunas estampas con hojas y flores “tocadas al Santo Sepulcro”.
Pero la pieza más destacada es la máscara mortuoria de la beata Rafaela de Ybarra, conservada por la Congregación de los Ángeles Custodios en Bilbao.
Próxima conferencia
El 8 de febrero, Raquel Cilla, responsable de la colección del Museo y Juan Manuel González Cembellín, director técnico del mismo ofrecerán otra conferencia, a las 19:00 h. con el título: `El mundo de las reliquias en Bizkaia´.