Andereños en una ikastola y además con responsabilidades pastorales ¿Cómo ocurrió?
Fue una época intensa. Estábamos muy comprometidas con la parroquia. Aita Martzel Andrinua, vicario territorial de la zona, finalizó su encomienda y pidió al obispo Luis María Larrea acompañamiento para ejercer su labor pastoral en Izurtza y Mañaria. Nos hizo la propuesta y aceptamos. Nos trasladamos a vivir a la casa cural de Mañaria para poner todo en marcha. Transcurrieron cuatro años y comenzamos también a impartir catequesis a los niños de Garai. Como eran pocos, les recogíamos en coche y les llevábamos a Mañaria. Eran otros tiempos.
¿La feligresía entendió que en vez del cura celebraran unas mujeres?
Aunque al principio pudiera haber alguna reserva por ver a dos mujeres realizando las labores que hasta entonces las hacían sólo los curas, no hubo ningún problema. El obispo presidió la celebración del envío con la imposición de manos y así nos ratificó ante el pueblo y oficializó nuestra encomienda. La gente se mostraba contenta, porque empezó a participar más en las celebraciones con las peticiones o las lecturas. En un primer momento, les costaba leer en euskera pero poco a poco, fueron aprendiendo. Eso también les motivaba. Fue importante conocer la realidad de cada lugar y adecuar los cambios poco a poco.
¿Vuestra labor se ceñía a las parroquias?
Se participaba además de otras actividades de los pueblos. Se puso en marcha una asociación de padres y madres, el grupo de danza, el coro, las clases de inglés… Con la ayuda del presbítero Julian Olazabalaga se formaron asociaciones de mayores en ambas localidades etc. En las fiestas ligadas a la religiosidad popular se implicaba mucha gente. Queríamos que todo el pueblo participara, no sólo la feligresía y no tuvimos ningún problema en unir a gente `de todos los colores´. Fue una experiencia muy enriquecedora.
¿Cuál es el balance de esos 23 años?
Muy positivo. Los dos pueblos nos rindieron sendos homenajes preciosos, en los que se implicaron los ayuntamientos y todas las personas que formaban parte de las asociaciones que ayudamos a crear. Fue muy emotivo.
Zorionak y eskerrik asko! a Mila y a Mari Ángeles en el día de la mujer trabajadora por ser pioneras y abrir el camino a otras mujeres en las responsabilidades eclesiales.