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08.05.2009

El agua centró el Gesto de solidaridad ayer junto a la ría

Ayer se celebró el "Gesto Diocesano" de solidaridad de este año con el lema “Derecho al agua, derecho a la vida”. Hubo una amplia participación ciudadana en los dos formatos desarrollados. Por la mañana, cerca de 1.500 chavales de 16 centros escolares, diocesanos y de Kristau Eskola, participaron en los actos que desde las once se llevaron a cabo en la Plaza Nueva bilbaina. Los estudiantes habían realizado un trabajo previo sobre el tema del agua y, sobre todo, sobre la falta de esta.

El agua «de lluvia» hizo presencia en los primeros momentos del acto de la mañana, pero la meteorología fue mejorando conforme pasó el tiempo y no llovió prácticamente nada en la hora y media que duraron las actividades. Los estudiantes fueron leyendo frases y compromisos a favor del agua y colocándolos en unas grandes pancartas que colgaban de los balcones del edifico de Barria. El apartado de cuenta cuentos y música corrió a cargo de Alberto Bargos y Txemi Santamaría.
Por la tarde, a partir de las siete y media, cientos de personas, mayores y pequeños, acudieron a la convocatoria a la parroquia de San Nicolás, de Bilbao, que estuvo abarrotada. Allí se proyectó un audiovisual de motivación y hubo un momento breve de oración, tras el que los participantes hicieron un recorrido por el borde de la ría pasando por el puente del Arenal, y por el muelle de Ripa culminando bajo el puente del ayuntamiento, en Uribitarte. La pancarta de la marcha fue llevada, principalmente, por niños y jovenes y los dos obispos diocesanos, mons. Ricardo Blázquez y mons. Mario Iceta, participaron entre el público. Al finalizar el acto, mons. Blázquez dio lectura a un manifiesto, los asistentes entonaron el eskerrik asko jauna y la organización repartió «perlizadores», (dosificadores) para colocar en los grifos y así poder aprovechar mejor el agua.
Don Ricardo, comenzó su intervenció afirmando que «en el tramo final de nuestro III Plan Diocesano de Evangelización, queremos reavivar mediante este Gesto nuestro compromiso con la creación de Dios, que ha sido confiada al cuidado de todos. El salmista, dirigiéndose a Dios le recuerda lo siguiente: “le diste al ser humano el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies”.  Sin embargo, nuestro desarrollo material se ha asentado a menudo en la agresión desmedida a la naturaleza, poniendo en peligro su sostenibilidad. El uso razonable de recursos degenera demasiadas veces en abuso intolerable, creando graves desigualdades y profundas injusticias».
El obispo de Bilbao, continuó su intervención recordando que «En este Gesto Diocesano de solidaridad, el agua nos indica tanto la grandeza de la creación, como el riesgo de su degradación. En ella vemos la vida plena y la vida amenazada, la belleza de la justicia y la fealdad de la injusticia.  Estamos junto a la ría de Bilbao, arteria del desarrollo e indicador del nivel de vida de la mayor parte de la sociedad de Bizkaia. En ella se han ido reflejando el vigor económico, la laboriosidad y el carácter emprendedor de mucha gente, pero también la herida de la desigualdad abierta entre sus márgenes y el flujo de un líquido inerte, incapaz de acoger y transmitir vida. Gracias a Dios, hoy asistimos a su lenta regeneración. Quizá a un ritmo similar, los creyentes vamos tomando conciencia de nuestra tarea y responsabilidad con la ecología, con la obra creadora de Dios.
Lo hacemos conscientes de nuestra situación de privilegio, que con suma facilidad nos conduce al consumo desordenado y al despilfarro, como se nos ha mostrado al principio. Si nuestros hábitos de consumo fueran extensibles a todo el mundo, no habría tal mundo».
Y para finalizar quiso «terminar este Gesto Diocesano con un sencillo tríptico, en el que primero agradecemos el regalo de la creación, luego reconocemos nuestra complicidad con prácticas que acarrean con su deterioro y, finalmente, renovamos nuestro compromiso por su cuidado»:

“Nire kanta-gai maitasuna eta zuzentasuna”
“Voy a cantar la bondad y la justicia” (Salmo 100)
 Te damos gracias, Señor, por la naturaleza, a través de la cual nos sostienes y nos acompañas.
 Alabamos el trabajo humano transformador.
 Nos unimos al antiguo cántico del pueblo de Israel, que invitaba a bendecir al Señor a las aguas del espacio, a la lluvia y al rocío, a los rocíos y nevadas, a los manantiales, mares y ríos, y, en definitiva a toda la creación.
 Te alabamos, Señor, y te damos gracias por todas las gentes que trabajan por la fraternidad y por un justo reparto de los bienes que tú nos regalas.
 Con S. Francisco de Asís, te alabamos “por la hermana agua, preciosa en su candor, que es útil, casta, humilde: ¡Loado mi Señor! Y por la hermana tierra, que es toda bendición.

Erruki, Jauna, zure maitasun handiaz”
“Misericordia, Dios mío, por tu bondad” (Salmo 50)
Reconocemos nuestra colaboración con la injusticia y con la violencia contra la naturaleza, obra de Dios confiada a nuestra administración.
Advertimos nuestros hábitos de consumo desproporcionado, que condenan al hambre y a la sed a tantos seres humanos.
Reconocemos nuestra poca sensibilidad, ya que, en general, nuestra conciencia y nuestro compromiso respecto a la salvaguarda de la creación son aún escasos.
Constatamos que nuestro derroche de recursos naturales básicos dificulta el reparto equitativo de los bienes de la tierra.
«Kanta Jaunari kantu barri”
“Cantad al Señor un cántico nuevo” (Salmo 95)
Con tu ayuda, Señor, queremos tomar conciencia creciente de nuestra responsabilidad con la justicia, la paz y el cuidado de tu creación.
Denunciamos un tipo de desarrollo agresivo con la naturaleza y las personas.
Renovamos nuestra disponibilidad para un estilo de vida evangélico, asentado en la solidaridad y en el uso sobrio de los bienes de la tierra.
Nos comprometemos a entregar un donativo para un proyecto gestionado por Manos Unidas, que asegura el agua y el saneamiento mínimo a la población campesina de Presto (Bolivia).