«Para todos los que quisimos y queremos a Patxi Regidor.
Mi precioso PATXI ¿Qué puedo decirte? Fuiste y serás el mi vida el latir del Dios Bueno, muy bueno.
Sabemos tú y yo lo mucho que nos queríamos, lo mucho que compartíamos hasta la despedida de aitite, amama y aita, celebrando juntos y levantando esperanzas.
Mi muy querido PATXI. Dios es así, como tú. Amor a raudales, ternura sin límites.
Me sostuviste en mi bautizo con agua de la fuente, de un grifo corriente de nuestra casa y ya antes cuidaste de muchas infancias como la de mi ama hasta casar a mis aitas y vernos nacer y crecer hasta hoy.
Acompañaste mi vida, mi querido PATXI. Esa iglesia buena, de tantos buenos y buenas, al paso bondadoso de la Bondad.
Te quiero inmensamente. Te querré inmensamente. Y Dios es más Dios gracias a gente sabía y humilde como tú.
Mi bellísimo PATXI. Ahora Dios te cuida como te mereces y seguro a risa abierta. Así te veo.
Tu niña, mujer y amiga (que bautizaste muy bien-cómo siempre decías), te envía un beso al cielo. ¡Vuela alto, gran corazón! Abraza a todos y todas los que te reencuentres. Diles que los queremos y te queremos a ti.
MIL GRACIAS»
Tras la lectura del texto, la propia Iratxe intervino desde el banco en el que estaba sentada para reafirmarse en todo y agradecer a Patxi su vida.