Hoy se conmemora la festividad del Apóstol Santiago, patrono de Bilbao y titular de la catedral que lleva su nombre. En la Eucaristía, el obispo ha pedido «de modo particular» por las familias que han sufrido por la pandemia «por la mortalidad y el sufrimiento que estamos padeciendo» y también ha tenido un recuerdo con los países mas empobrecidos y castigados por otras pandemias como la malaria «segunda causa de mortalidad en África después del hambre». Mons. Iceta ha rememorado otras epidemias que ha sufrido la humanidad a lo largo de la historia como la peste, o la gripe de 1918, que causó millones de muertes, o el ébola, y otras muchas «ahora ha sido el coronavirus y la historia nos muestra que no es la primera pandemia y desgraciadamente no será la última». Durante su intervención ha dicho que Dios no es el origen del mal sino todo lo contrario «Dios siempre se pone de parte de quien sufre para ayudarlo. Jesús nos dice ‘os dejo la paz’. Dios cuida de su creación, de modo particular del ser humano a quien ha creado a su imagen y semejanza».
El obispo, en su homilía, ha tenido palabras para «tantas personas, familias, personal sanitario, instituciones…, que se han volcado sin reservas incluso a riesgo de sus propias vidas para ayudar a los demás, en este tiempo duro de pandemia, también de parte de la Iglesia: las comunidades, asociaciones, voluntariado… Cada uno en vuestro ámbito habéis sido sembradores de vida y habéis mostrado el auténtico rostro de la entrega generosa. Os manifestamos, de corazón nuestro agradecimiento y admiración». También ha tenido palabras de cariño para las personas mayores, las que viven en soledad o en residencias y a las personas enfermas «queremos estar de modo particular con vosotros y manifestaros que vuestras vidas son un auténtico don para la sociedad y para la Iglesia y agradeceros el testimonio de vuestra entrega durante toda la vida».
«La muerte -ha proseguido Mons. Iceta– nos ha golpeado duramente, un sentimiento desgarrador en muchas familias que han visto enfermar y fallecer a sus seres queridos. Ofrecemos esta Eucaristía por ellos de modo personal, uno por uno, por todos ellos. A quienes han fallecido, Dios les ha acompañado en el momento definitivo de sus vidas. No han estado solos, Cristo ha estado con ellos llevándoles a la morada definitiva donde nos aguardan e interceden por nosotros».
Mons. Iceta ha reconocido que tenemos ante nosotros tiempos difíciles de reconstrucción «Tenemos que ayudar a quienes se han visto más golpeados por la pandemia. La Iglesia quiere ofrecer lo que es y lo que tiene en esta pandemia, es tiempo para la magnanimidad y la generosidad, el esfuerzo y la constancia superando intereses particulares en beneficio del bien común».