Durante la semana han realizado talleres de Kárate, de pintura, y teatro, por ejemplo, además de una jornada de limpieza de la orilla del río Castaños. Herri kirolak, excursiones a la playa y a las campas de Gorostiza, donde compartieron comida, juegos y dinámicas para conocerse, han formado parte de las actividades. Además, las y los jóvenes de Elizalde y Deadar han colaborado, durante esos días, como voluntarios, en el Comedor Social de Cáritas, en Barakaldo y en la preparación de cenas que realiza la asociación Agharas.
Josema Incierte, uno de los responsables de esta actividad, explica que ha habido momentos para profundizar y compartir lo que les estaba suponiendo la experiencia y también espacios en los que han podido disfrutar de las canciones y los bailes compartidos de las diferentes culturas. Además, las y los jóvenes de Elizalde y Deadar han realizado una lectura creyente de lo experimentado «textos como el de ‘el que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí, y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado….’, el del camino de Emaús y la predicación de Jesús en la sinagoga de Nazaret, han servido para dar luz y sentido a la experiencia vivida”.
Compartir tiempo y cercanía
Al finalizar la semana los participantes resaltan que ha sido «una bonita, intensa y profunda experiencia de compartir tiempo y cercanía con personas que están lejos de sus casas y familias con el simple objetivo de buscar un futuro mejor”. Las sonrisas, la colaboración, y el buen ambiente han sido notas a destacar durante la semana. En palabras de los y las jóvenes, la han calificado como “inolvidable”, “muy enriquecedora”, y de “encuentro entre personas”. Les ha servido para “abandonar los prejuicios”, “desarrollar la empatía” y avanzar en las “ganas de escuchar a quienes emigran”. También les ha generado sentimientos de “gratitud”, “amor”, y el deseo de repetir y seguir caminando junto a las personas que participan en Agharas.
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