Jesús Mª Llona nació en Lemoa, el 3 de enero de 1933 y fue ordenado presbítero en la parroquia de Santa María de dicha localidad, el 11 de julio de 1970. Tras su ordenación le nombraron coadjutor de la parroquia de San Juan Evangelista, de Berriz y su siguiente destino estuvo en Ermua, donde formó parte del equipo presbiteral.
Tras dos años de estudios en Madrid, donde se licenció en catequética, volvió a la Diócesis y fue destinado a Etxebarri, como administrador parroquial de San Esteban Protomartir, sucediendo a los PP. Redentoristas. Allí permaneció hasta su jubilación.
Entrega total, generosidad absoluta
Su compañero presbítero Andoni Gerrikaetxebarria, coincidió con él en Ermua. Gerrikaetxebarria destaca su “generosidad absoluta y la entrega total” a su tarea. También su gran labor de catequesis “había en aquellos años -dice- más de 300 niños y niñas en cada curso de catequesis. Él preparaba cada día a máquina todos los materiales y les entregaba a las catequistas”.
Gerrikaetxebarria recuerda que, en la misa de niños, la iglesia se llenaba cada domingo y que participaban cerca de una treintena de catequistas. “Su empeño en preparar bien las catequesis y las celebraciones de los domingos suponía que todos los días trabajara hasta la madrugada”.
Además de su labor en la catequesis, también dinamizó y participó en muchos campamentos de verano. Se relacionó mucho con la gente del pueblo. “Tuvo sensibilidad con la gente sencilla y marginada, con grandes actos de generosidad”.
Reprografía y música
Otro de sus compañeros, Rafa Sáez, que le conoció en el Seminario, cuenta que Jesús Mª, de niño, vivió en la Casa de Misericordia. Allí aprendió el oficio de reprografía y después puso una empresa en Lemoa.
Jesús Mª Llona fue un gran aficionado a la música. En Lemoa formó una orquesta, que el mismo dirigía, para los bailes de los domingos y también formó un coro en la iglesia de la localidad. Con más de 30 años entró en el seminario y daba clases de música a los seminaristas.
Cerca de la gente
Rafa Sáez dice que Llona fue una persona muy querida “estaba muy cerca de la gente, preparado para ayudar al que fuera. Buena persona y muy sociable”.
En Etxebarri, donde estuvo 23 años, le tocó hacer frente a numerosas obras en el templo y también a un incendio que destruyó parte del edificio. Organizó diversos actos para ayudar a sufragar gastos y contó con la ayuda de su gran amigo, el compositor y pianista Felipe Campuzano, que colaboró con él en varias ocasiones. Como amante de la música Llona se preocupó de que hubiese un buen órgano en la iglesia.
El día de su despedida, el frontón de Etxebarri estuvo abarrotado de gente que quiso acompañarle en esa jornada especial. Además, el ayuntamiento puso su nombre a una de las plazas del pueblo “Plaza del párroco Jesus Mª Llona Urquijo”. Y, en 2013, en las fiestas de la localidad se descubrió una placa en su honor.
Quienes le conocieron explican que Llona se sentía “niño de la Misericordia” y allí quiso volver en sus últimos años. En 2010 volvió a vivir allí y desde hace año y medio, aproximadamente, compartió “Unidad de Convivencia” con el grupo de presbíteros que se trasladaron a la casa.
Un guía
Julen Uribe, laico de Berriz, le define como una gran persona. «Tenía mucha paciencia con los jóvenes», dedicó mucho empeño en la catequesis y organizó muchas salidas «fue un guía para nosotros, nos enseñó mucho. Era un cura moderno para aquella época».
QEPD