Pedro Sáez nació en Bilbao, el 15 de mayo de 1931 y fue ordenado presbítero en Salamanca, el 5 de abril de 1958. Licenciado en Teología, en la Universidad Pontificia de Salamanca (1958) y en Filosofía y Letras, por la Universidad central de Madrid (1975), guardaba muy buenos recuerdos de esos años y de su paso por los grupos de Acción Católica y el movimiento estudiantil. Tras un tiempo fuera de nuestra Diócesis, a su regreso colaboró en la parroquia de Santa Ana, de las Arenas.
Los últimos años, ya en Bilbao, ayudaba en la parroquia de San Vicente Mártir de Abando, donde hoy tendrá lugar su funeral.
Acercar el Evangelio a la gente sencilla
El presbítero Alfredo López fue su compañero en Santa Ana en Las Arenas. Él va a ser el encargado de hacer la homilía en la celebración de esta tarde, aunque –matiza Alfredo– “la homilía la va a hacer el propio Pedro, que tenía guardadas sus homilías y hace un tiempo me regaló un pendrive con todas ellas». Alfredo ha elegido una, que va a adaptar, y será la que se escuche hoy en el funeral.
Alfredo y Pedro hicieron una buena amistad en sus años en Las Arenas, amistad que han mantenido durante toda la vida. Dice que como compañero fue «majísimo» y que tenía una gran delicadeza con la gente «siempre intentó cuidar mucho sus homilías y hacer asequible e inteligible el Evangelio a la gente sencilla”. Se dedicó a sus padres, a los que cuidó durante mucho tiempo, y a la parroquia, en la que también llevó algunos grupos de formación de adultos. Ya jubilado, procuraba acercarse una vez por semana para seguir teniendo contacto con quienes habían sido sus feligreses y ayudar en pequeñas cosas.
Familiar
Su sobrino Imanol también destaca lo familiar y cercano que era Pedro “lo que más le gustaba era estar con la familia. Disfrutaba mucho”. Imanol, ha estado muy cerca de su tío hasta el final y resalta de él “lo moderno que era”, explica que Pedro “tenía una visión muy moderna de la Iglesia, muy en la línea del papa Francisco. Era un hombre avanzado en ideas”.
Buen compañero
La última etapa de su vida, Pedro la pasó en la residencia sacerdotal de San Vicente. Juan Miguel Zuñiga, compañero suyo presbítero, le conoció allí en estos años. Le define como un buen compañero, muy respetuoso con la gente y que nunca estuvo enfrentado a nadie «muy querido y muy amante de su familia. Tenía una familia muy unida».
Goian Bego!!! Egun handira arte!!!