José María Urlezaga se ordenó el año 1958 en Begoña junto a otros dos errigoitiarras, Pedro Omaetxebarria y Martín Orbe, «Estuvimos juntos también en el Seminario, por lo que nuestras vidas se han cruzado en muchos momentos«, rememora Pedro. «Le apreciaba mucho y le recuerdo como una persona dispuesta siempre a ayudar«. Estuvo cerca de los baserritarras en una época en la que tenían poca cobertura social. Pedro recuerda que José María acompañó a muchos a Bilbao «a realizar los trámites necesarios para darse de alta en la Seguridad Social”, detalla.
Al de pocos años de su ordenación Urlezaga ejerció como maestro en la Escuela Profesional de Markina y tras esta etapa, sucedió a Pedro como profesor de religión en el Instituto de Gernika, a mediados de los años 60. “Estuvo cerca de las personas enfermas o necesitadas y me consta que mucha gente de Arratzu le tenía en gran estima».
Una vecina de Belendiz en Arratzu, ratifica esta opinión. “Le conocí cuando llegó a la iglesia e Sasn Pelayo, hace unos 70 años. Solían decir que los jóvenes mejor preparados para la comunión y la confirmación salían de Arratzu y eso era mérito de D. José María”. Le recuerdan como una persona “muy buena y humilde”. En la parroquia de Santo Tomás, de Arratzu dicen de él que “todos los viernes realizaba visitas a las personas enfermas o que vivían solas y se ofrecía a llevar en su coche a misa a las que tenían dificultades para desplazarse».
Las monjas clarisas, a las que acompañó desde 1989 cuentan que era una persona muy conocida que se relacionaba con mucha gente. «Ayudaba a las personas de etnia gitana y muchas de ellas acudían a las celebraciones de Santa Clara», recuerda la superiora del convento agradeciendo la «cercanía y cariño» que siempre les mostró.
La palabra más repetida en su entorno es que José Maria Urlezaga ha sido una persona “de buen corazón”. Descanse en paz. Agur Egun Handira arte!